Largometraje rodado entre amigos (74 minutos)
Recomendamos verlo en la televisión
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8 de julio de 2023
Ahora estoy revisando El diluvio anónimo. Mi intención es publicarla en 2024, pero tengo otras obras inéditas y será el destino quien decida. Las editoriales gordas siguen ninguneándome. En un mercado donde lo que interesa es la cuenta de resultados, es consecuente porque no soy un superventas.
Las editoriales (gordas y flacas) han de batallar hoy con un público lector que no entiende de sutilezas, un buen libro no es garantía de nada mientras que un autor mediático lo garantiza todo. Se acabó el romanticismo, o no, quién sabe, ¿alguien sabe algo en estos días?
Puede que PL Salvador
constituya una isla dentro del panorama literario pero no cabe duda de que Nocturno de Calpe es un archipiélago de cuatro novelas que
tienen un origen común, la actitud del autor. Esto puede llevarnos a pensar qué
es real y qué ficticio. Es lo de menos. El autor es capaz de reinscribir una
idea en su memoria para, de forma metonímica, mostrar lo universal en la
individualidad del personaje que habla; su fragilidad es la de todos.
Este es el origen. La actitud de
PL Salvador en Nocturno de Calpe, la de Salvador en Quince mil, la de Gapp en A solas con Nastunye, la del protagonista innombrable de Lo inasible son las que el autor mantiene durante más de 60 años en
su vida: el aprendizaje, la búsqueda de la felicidad a través de un trabajo que
satisfaga y de un amor que nos complete. Esta es la magia. Podemos leer
diferentes novelas del autor y adivinaremos que es él quien está detrás, y lo
adivinaremos libre para continuar escribiendo en su tabula rasa y para hacer tabula rasa en la vida y seguir adelante.
En la tetralogía, Salvador
interioriza el proceso de escritura; parte de un detalle real para abrir un
mundo ficcional en el que aparecen sus limitaciones y en el que desaparecen los
convencionalismos literarios, de esta forma el personaje habla con un autor que
es, a la vez, personaje; asimismo, al mismo tiempo que los elementos
narrativos, se transgreden los signos ortográficos, con lo que el lenguaje se
desestabiliza. Es la rúbrica de Salvador con la que se autoconoce en su proceso
de escritura. Lo interesante es que también los lectores conectamos con
nosotros mismos durante la lectura.
Seguimos la ruta prevista. Escribimos. Pero para nosotros. Publicamos. Pero en pequeñas editoriales. Vendemos. Pero poco. Vendemos poco y con esfuerzo. Vendemos poco, pero lo suficiente para que nos vuelvan a publicar. Nos buscamos la vida. Nos pagamos el vicio.
La ruta prevista es, obviamente, imprevisible. La ruta prevista se ha simplificado. Ya solo nos interesa disfrutar escribiendo. Ya solo nos interesa vender nuestra mercancía para seguir publicando. Ya solo nos interesa lo que siempre nos interesó y ya solo ahí buscamos cobijo.
Pienso de nuevo en esa ruta prevista que era sencilla y que lo editorial corrompió. Pienso que al final todo confluye en la corriente original. Pienso que si no te vendes, no te compran, y pienso también que vender y comprar son las armas de lo editorial y los enemigos de la Literatura.
Hay comentarios que rezuman sinceridad. Los lees y te dices que sí, que lo que te están diciendo te lo están diciendo como lo sienten. Es lo que me ha pasado con las sensaciones de mi amiga Esther al respecto de La prodigiosa fuga de Cesia.
«Querido amigo,
Te doy mi más grandísima enhorabuena por tu novela. He pasado tres semanas enganchada a sus personajes. Deseando que llegara mi rato para reencontrarme con ellos y ralentizando mi lectura para que no se acabara (me pasa siempre con los libros que me gustan). Pero ya hoy me ha sido imposible retardarlo más y, enamorada de Jairo y en la piel de Cesia, me ha llegado el momento de llegar al fin de la historia. Te aseguro que los voy a echar mucho de menos. Idea genial, original, con mucho ritmo y fantásticamente escrita. Personajes entrañables que te enganchan desde el principio y te tocan el alma. Sencilla de leer y muy profunda para el que quiera “comprehender”.
Acertaste, PL Salvador, ¡me ha encantado!
Te envío un gran abrazo y espero ir prontito a Calpe para darte otro personalmente y que me la firmes, claro!!
Con mucho cariño, Esther».
22 de octubre de 2021
He ganado el III Certamen Martín Fierro de Denuncia Social. Es un premio modesto pero premio al fin. En estos tiempos, cuesta mucho ganar un premio. La realidad editorial es cada vez más cruda. La realidad literaria sigue siendo la misma de siempre. Lo que ha cambiado es lo editorial. Y los premios respaldados por una editorial están dentro de esa realidad cruda. Empecé con Pez de Plata, continué con Última Línea y ahora toca Distrito 93. Es como si el camino estuviera trazado. Así lo siento. Lo dijo el responsable del blog Ni un día sin libro y va a ser verdad. Buscaré sus palabras. Enseguida vuelvo. Aquí las tengo. Las copio.
«A
veces tengo la sensación de que no hay un plan, de que su obra se va armando a
base de impulsos basados en la carencia de complejos, y eso, como todo talento
natural, no vale la pena controlarlo, para que brote el genio cuando tenga que
brotar. Sin embargo, en otras ocasiones pienso que Salvador tiene un gran plan,
y que todo está escrito, nada es improvisado. Cada novela nueva encaja con
todas las demás, y algún día lo entenderemos todos
todo».
Me gusta
mucho la manera que tiene este hombre de entender mi literatura. Hay magia
entre nosotros. Fue el primero en encontrarme, el primero en reseñar Nueve semanas. Me entendió enseguida, y
seguimos. Escribir para lectores como él es lo más. Y tengo varios. Y varias.
Soy afortunado.
Muy
afortunado.
«Neel Ram», el
último libro de PL Salvador, es en realidad un tríptico. Contiene tres novelas
cortas que pueden leerse de manera independiente, pero que ganan siguiendo el
orden propuesto por el autor. Porque en «Neel Ram» no hay nada al azar, y el
estilo de Salvador rebasa la sintaxis o el léxico elegidos, los límites que
otros autores y autoras suelen trazar, para extenderse por el libro hasta
alcanzar una estructura propia, original e imposible de exportar: una especie
de matrioska en la que cada capa refleja la anterior, pero que a la vez varía,
ofreciendo tonos muy distintos: desde el humor inicial, con personajes que
conocen su condición, hasta el 'remake' del final —un viaje onírico con la
lógica de las pesadillas—, pasando por la historia de ¿autoficción? que da
nombre al conjunto: vampiros vírgenes, distopías escritas a cuatro manos, tres
versiones distintas del escritor, la secuela esbozada de «2222», perros que no
tienen dueño, un nombre de mujer en el espejo: «Neel Ram» es eso y también más,
lo que toda literatura debería ser: un juego, que no sirve para nada y a la vez
mitiga todo.
“Escribo para
mi musa, me dijo hace muchos años. Empecé sin ella, no sé cómo, pero mis
mejores obras las he escrito para ella”
Hay personas
destinadas, no solo a conocerse, sino también a amarse. En cualquier
circunstancia y situación. Seres que albergan un sentimiento mutuo puro y
sincero que va más allá de la mera atracción sexual, el interés o la
satisfacción de algún tipo de necesidad. Un afecto imperecedero que se mantiene
aletargado hasta que el destino les permita encontrarse. Cuando eso suceda, cuando
se avive la llama, ya nada podrá apagarla. No importa si ese día llega en el
momento justo o demasiado tarde. La vida es larga y, aunque hasta en el más
ideal de los mundos posibles surgen dificultades, si se sabe esperar y se
valora más lo que se tiene que lo que falta, el viaje puede ser maravilloso.
Rod Avlas es un
escritor que, como la mayoría de los de este país, debe desempeñar otros
oficios para subsistir. Cuando visita una pequeña localidad como operario de
mantenimiento conoce a Neel, su lectora más fiel. Una persona inteligente y
segura de sí misma que le declara su admiración y se confiesa enamorada de sus
obras. La joven cree (y no se equivoca) que todos los libros que ha escrito
hablan de una misma mujer con distintos nombres. De la Musa que aún no ha
encontrado, pero sí imaginado. De ella.
Rod,
sorprendido, intuye que es cierto y que siempre la ha estado buscando. Pero
Neel no solo está casada y es madre, sino que además adora a su marido.
Juguemos.
Unamos los nombres y démosles la vuelta.
Rod
Avlas.
Y ahora, Neel
Ram.
Exacto, tenemos
Salvador y Marleen. Sí, son el autor de esta historia y su esposa. Personas
reales en un mundo sin narrador.
La novela
arranca en 1993, año en que se conocieron, pero en una realidad totalmente
diferente. Una soñada por el escritor levantino que, aunque no le pone las
cosas fáciles a su alter ego, sí le permite (a él, al Escritor tras el
escritor) tomarse la revancha de las desilusiones literarias que se ha llevado
a lo largo de su vida. Y hacerlo, además, apoyándose en las alegrías que sus
auténticos lectores le han dado. Pero este universo alternativo le concede,
sobre todo, la posibilidad demostrar que en su vida solo hay sitio para una
mujer. Que así es, así debe ser, y así será. Y eso no cambiaría en el caso de
que no pudiese estar junto a ella.
Esta segunda
parte de la trilogía (a la que da nombre, y que ha sido publicada en un solo
volumen) es, en apariencia, otra travesura del mismo estilo de su antecesora.
Una historia cuya autoría se disputan el novelista de carne y hueso, y su
personaje de El vampiro virgen.
Los diálogos,
ágiles, frescos y divertidos, transmiten la esencia de cada uno de sus
protagonistas haciendo, al igual que en la vida real, innecesaria la presencia
de un narrador. Y como en toda mascarada que se precie, hay truco. Rod es el
escritor al que se le terminará concediendo el reconocimiento que a Salvador
aún no le ha llegado. Un hombre casi ideal al que todos admirarán. Pero cada
alabanza, cada uno de los muchos elogios que se le dedican, están lejos de ser
un vano ejercicio de egolatría. Todos, del primero al último, han sido escritos
por lectores reales entre los que orgullosamente me incluyo y, por tanto, han
sido robados del mundo donde pocos le han leído aún.
Pero Neel Ram
es, ante todo, una declaración de amor a Marleen. Una declaración auténtica,
profunda y espiritual. La revelación de un sentimiento que, como decíamos al
principio, va más allá de la dimensión física. Salvador le está confesando en
estas páginas que siempre la ha querido y que siempre la querrá. Que sus libros
son las hijas que Ella le ha dado. Que en Ella encuentra su inspiración y su
fuerza. Que así es en esta vida y así sería en cualquier otra.
¿No os dais
cuenta de que hay que leer a PL Salvador al menos
una vez en la vida? Es valiente, original, divertido, y capaz de reescribirse a
sí mismo. Y si no me creéis, esperad. Muy pronto os hablaré de la última parte
de esta trilogía y comprobaréis que no tiene ningún miedo a seguir Nadando
Contracorriente.
No es descabellado pensar que la
auténtica literatura es similar a la auténtica alquimia. Es arte y es ciencia.
Implica un aprendizaje lento, arduo, y demasiado asociado al método
"ensayo-error" como para que quienes no tengan una profunda necesidad
de conocimiento, la desarrollen durante mucho tiempo.
Algunos se acercan a la literatura
(a la alquimia espiritual), buscando transmutar el plomo en oro. Desean un
rédito rápido y siguen sendas iniciadas por otros. Pocos lo consiguen. Pero esa
transformación del metal, ese éxito (tal vez fortuito), hace que dejen de
buscar, de innovar. De aprender.
Puede que los “afortunados” que
logren triunfar rápidamente nunca comprendan la auténtica conexión del
alquimista con el cosmos, del escritor con su obra. Algunos despertarán algún
día advirtiendo su error, asumiendo que son meros ilusionistas. Que la piedra
filosofal no tiene relación alguna con cuentas bancarias, con récords de
ventas, o con popularidades en redes.
PL Salvador es un alquimista. Un
verdadero alquimista. De los que escriben por amor y por necesidad (vital). De
los que aprenden de sus errores y no se detienen hasta encontrar un estilo
propio. De los que saben que el oro no es el objetivo y destilan, y depuran, y
pulen, y vuelven a destilar los elementos en un ciclo casi interminable hasta
que advierten que todo el proceso, en realidad, se desarrolla en sentido
contrario al esperado. Hasta que son conscientes de que son ellos (los
alquimistas, los escritores) la auténtica materia en constante cambio y
purificación.
Cuando la depuración interior (la
catarsis creativa) se ha completado, adquieren un poder asombroso. No el de la
vida eterna como piensan los que suelen conformarse con el oro, sino el de LA
VIDA con mayúsculas. Porque logran, tras años de decepciones y esfuerzo, la
capacidad de otorgar a sus personajes esencia e inteligencia, de rozarlos con
un dedo y animar sus corazones (sí, el Dios que retratara Miguel Ángel en la
Capilla Sixtina era, sin duda, escritor). De hacer que sus creaciones le amen y
le adoren reconociéndole como su hacedor. Sin embargo, prácticamente ningún
otro autor-alquimista ha decidido devolverles ese amor yendo al mundo que para
ellos ha concebido. Casi ninguno ha querido o podido ser omnipresente. Ser
autor, creador y personaje. Tan solo el Rey de todos ellos: PL Salvador.
¿No entendéis mi discurso? Dejadme
entonces que os hable de El vampiro virgen, la primera de las tres
novelas cortas que componen Neel Ram.
La literatura está en el centro del
universo de Dad, un hombre entrado en la treintena que sueña con ser escritor y
amo de casa. No desea otro empleo. No es vago, torpe ni perezoso, simplemente
sabe lo que le hace feliz. Ha autopublicado dos novelas bajo el seudónimo de
Bloss Ñejer, un personaje canalla y divertido creado por PL Salvador en Nueve semanas (justas-justitas), y estas le han
reportado excelentes críticas y ningún beneficio. Cuando se encuentra
trabajando en una nueva historia, sus padres deciden echarle de casa.
Dad no se hunde ni se deprime. Ni
siquiera tras el fallecimiento de su abuela, la única persona que le comprendía
y aceptaba. La libertad que le confiere sentirse rechazado le impulsa a viajar
sin rumbo, buscando enriquecerse y acumular experiencias que le ayuden a
escribir mejor.
El vampiro virgen es
metaliteratura pura y perfecta. Una obra en la que su principal protagonista
(Dad), engendra a Kewo, su alter ego cincuentón, mentiroso y maniático; un
triunfador a los ojos de los demás (aunque a la deriva en lo esencial), que
busca en Min su contrapeso vital. Porque Dad intuye que así ha de ser, que él
estará perdido si no encuentra a su musa. Al fin y al cabo, su admirado
Salvador encontró a Marleen...
PL es el alquimista literario que,
como os decía al principio, ha terminado por alterar su propia naturaleza a
través de las letras. Su amor por la narrativa le ha hecho enfermar del mismo
mal que padeciese El Quijote, pero con una variante mucho menos peligrosa. No
confunde la realidad con la ficción, sino que se mimetiza con esta. Se inserta
en ella transformándose en personaje e influye, como amigo y no como un dios,
sobre quien creó a su imagen y semejanza.
Estamos ante una obra innovadora,
ágil, divertida y autorreferencial. Una travesura creativa en la que desde la
estructura hasta el empleo del lenguaje son geniales: no hay narrador, solo
diálogos y pensamientos que no necesitan de guiones ni aclaraciones para ser
entendidos. PL Salvador se convierte en lo que más ama. En literatura pura. Y
eso le da la oportunidad de tomarse la revancha de aquello que no le fue
concedido, de corregirse a sí mismo, de homenajear veladamente a sus amigos, y
de nadar contracorriente.
Esto es todo lo que os diré de El
vampiro virgen y espero que no hayáis entendido nada. Porque para
entenderlo hay que vivirlo. Y para vivirlo hay que leerlo. Así que aquí termino
con la primera parte de las tres que conforman esta obra. De la segunda,
llamémosla Neel Ram II (Neel Ram), os hablaré muy pronto. Aún sigo
saboreándola, pues se trata de la declaración de amor más original que os
podáis imaginar.
Este blog no pretende ser un ejemplo
de coherencia (dios nos libre), y si tuviéramos que presumir de algo podría ser
de otras cosas, pero nunca de coherencia. Hablando de ella (o de la falta de
ella), a lo largo de nuestra historia hemos sido especialmente erráticos en el
formato: hemos pasado de reseñas individuales y sesudas a ejercicios de
recomendación más accesibles, apuntando a lo concreto, dando foco a las
sensaciones más que a los detalles. En este sentido, en lo que llevamos de año
hemos encontrado el punto dulce en nuestras prescripciones semanales de los
domingos: 3 libros para la semana, coincidentes con nuestras últimas lecturas.
Nos sentimos cómodos haciendo justo esto y justo ahora, ni (os) saturamos, ni
(nos) saturamos y nos creemos accesibles.
Sin embargo, ha llegado un libro que
nos obliga (porque queremos, es cierto) a transgredir la norma. O no. Un libro
que son tres, con lo cual he llegado a la conclusión de que por esta y por
otras muchas razones, era de justicia romper nuestros principios (los de ahora,
a lo Groucho Marx). Es Neel Ram, la última triple novela de
P.L. Salvador. A ver qué sale, comenzamos.
Uno. Por el final. Voy
a empezar por el final, por el sitio al que quiero llegar (y llegaré) pero que
puedes perderte si no aguantas: Tienes que leer Neel Ram. Si
te gusta la buena literatura (o si te jactas de ello, si no te importa pararte,
echar marcha atrás, que te abran la boca mientras lees, que te la cierren, que
sientas que un escritor te está tomando el pelo y en realidad te encanta que lo
haga. Si reconoces una novela cojonuda entre todas las demás sabrás enseguida
que estás ante una de ellas.
Dos. Trilogía. Neel Ram no es una trilogía, son tres
libros que podrán haber adquirido vida propia, pero conviven juntos como
ingredientes indisolubles para un cocktail,
que pueden tomarse por separados pero solo juntos producen la magia.
Del primero, El vampiro
virgen, brotan los otros dos, que nacen engarzados al primero pero que tan
pronto como comienza la lectura cogen vuelo y se transforman en lo que tú
decidas como lector.
Tres. El primero: El vampiro virgen. La
novela. La Novela. Una polifonía hecha libro. La historia de Kewo y Min, un
paciente y su psicóloga, y de un libro, del que forman parte. Porque ellos son
personajes (como si alguien no lo fuera) creados por Dad, ahora sí, el
protagonista de la historia. Dad escribe sobre ellos, Kewo y Min, pero esta es
también la historia de Dad y Min. Un camino en el que nos encontramos con Bloss
(que no es sino el pseudónimo de Dad), el protagonista del libro de un tal PL
Salvador. Porque todo conduce al encuentro entre Dad y Salvador. En Calpe,
dónde si no.
El
vampiro virgen es, en definitiva, la historia del encuentro de un
escritor con su personaje, de un diálogo que es el fruto de una búsqueda y que
no es otra cosa que la representación del diálogo —necesario al menos una vez
en la vida— de uno consigo mismo.
Esto, señores, es la novela total,
de múltiples entradas y salidas, de relatos dentro de relatos que se sitúan en
la periferia de la novela principal. Y todo sin que en ningún momento esté
claro cuál es la novela principal. Si tuviera que elegir un pasaje del libro, podría
ser el del relato a dos manos entre Dad y Salvador, pura magia de la que somos
testigos privilegiados.
Y podría haberse acabado aquí. Pero
no.
Cuatro. El segundo: Neel Ram. Neel Ram pertenece a un género literario
único, por inventar, o quizás inventado con ella, con esta novela. La novela de
toda una vida, tan real que para serlo el autor ha utilizado un espejo —todo es
especular—, el protagonista es él y su musa, la real, está con él pero no es
ella, y por eso quizás es más ella. Supongo que la única forma de escribir con
libertad de uno mismo es así, con la distancia de un personaje inventado. Escritor
pero de otros libros, y aún así reconocible en los libros escritos (en los de
la vida real). Qué cosa tan bonita ha escrito Salvador. Qué historia de amor
tan real no siéndolo. Y no debe ser casualidad que suene en mi cabeza Roma, una
canción especular (Amor) que en cierto modo también busca contar el amor al
revés, como Neel Ram.
Cinco. El tercero: Nadando contracorriente bis. Esta
es una segunda versión de Nadando Contracorriente, del propio
PL Salvador, e iba a ser una reedición pero el autor cambió el rumbo de lo que
iba a ser en plena pandemia. Y funciona como epílogo de El vampiro
Virgen, porque de este ejercicio de reescritura los personajes de la novela
hablan al principio, en el principio lejano de esta trilogía. Es la última y la
más novela de toda la obra, y viene a representar el final de un descenso
vertiginoso, como cuando llegamos a la grava de la llanura que nos frena y nos
devuelve a lugar seguro. Solo con un autor como PL Salvador somos capaces de
entenderlo todo, de por qué una novela policiaca, de que nadie es quien de
verdad parece ser y de que hasta las cosas descabelladas acaban teniendo tienen
sentido. Como decía Calderón, al fin y al cabo, los sueños, sueños son.
Seis. El asombro. He
leído toda la obra reciente de PL Salvador: Nueve Semanas, 2222, La
prodigiosa fuga de Cesia, La extraña curación de Marta. Siempre afirmé
que había algo grande en el autor, y que algún día explotaría. Esta última
novela puede ser perfectamente esa explosión. A veces tengo la sensación de que
no hay un plan, de que su obra se va armando a base de impulsos basados en la
carencia de complejos, y eso, como todo talento natural, no vale la pena
controlarlo, para que brote el genio cuando tenga que brotar. Sin embargo, en
otras ocasiones pienso que Salvador tiene un gran plan, y que todo está
escrito, nada es improvisado. Cada novela nueva encaja con todas las demás, y
algún día lo entenderíamos todos todo. Sin embargo, siempre acabo concluyendo
lo mismo. Las explicaciones a las cosas que nos causan asombro nunca son
capaces de igualar a la experiencia del asombro en sí, y esa es la magia de una
canción, de un libro, de un beso, de una tormenta espectacular, del cuadro que
en el museo te hace llorar. Gracias, Salvador, por esta experiencia sin
palabras formada por palabras. Al resto, ya estáis tardando.
Una obra
inaudita, fresca, divertida, picante por momentos y, sobre todo, subyugante...
¿Qué es lo que lleva a Raquel a abandonar a Nacho, su marido de manera
precipitada? Solo ella tiene la respuesta a la misteriosa huida, que la lleva a
residir en el pueblo de su infancia, y allí coincide con Alejo, el tercer
personaje que conforma el eje de esta novela.
Se trata de un
libro transgresor en su estructura, filosofía y planteamiento morales. Para
entenderlo del todo, quizá sea necesario un ejercicio de introspección, ya que
es una historia en la que las relaciones y condición sexual de los
protagonistas está presente, pero en la que podemos encontrar diversos y
variados matices de un relato sin complejos.
Nos demuestra
que puede haber más verdad en algunas formas de vivir la vida que en el entorno
impostado de muchas relaciones, más allá de los "dimes y diretes"
morales. No solo eso, si no que rompe con muchas de las formas convencionales
en lo que a literatura se refiere. Hablamos de metaliteratura en mayúsculas, y
es que a través de esta se resuelve una de las encrucijadas más sobresalientes
de este libro, lo cual resulta una genialidad.
Leer este libro
ciertamente conlleva a un choque de esas convicciones morales que nos llevan a
prejuzgar de forma equivocada la ética y disposición de algunas relaciones o
comportamientos que existen en torno a los vínculos creados a partir de ellas.
Pero, ¿y si partiéramos de otro origen? ¿nos cambiaría la concepción de estas?
¿serían más éticas? De una forma u otra, la esencia de esas relaciones sigue
siendo la misma, solo que concebida de distinta forma.
Aparte de esos
quiebros y giros constantes en cuanto a moralidad y literatura, nos adentra en
la historia de Marta, de la que casualmente conoceremos más cosas relacionadas
con su vida de las que ella misma conoce. Al recordar algunos pasajes no he
podido evitar recordar algunas de las escenas narradas en este libro, y es que algunas
escenas entre divertidas y picantes parecen sacadas, tal cual, de una comedia.