Verano de 2023

 



8 de julio de 2023

 A principios de año publiqué Nocturno de Calpe. Sigue la estela de Neel Ram. Contiene tres novelas cortas que se podrían haber publicado independientemente. Contiene también mi autobiografía literaria, que ha suscitado sensaciones de todo tipo.

Ahora estoy revisando El diluvio anónimo. Mi intención es publicarla en 2024, pero tengo otras obras inéditas y será el destino quien decida. Las editoriales gordas siguen ninguneándome. En un mercado donde lo que interesa es la cuenta de resultados, es consecuente porque no soy un superventas.

Las editoriales (gordas y flacas) han de batallar hoy con un público lector que no entiende de sutilezas, un buen libro no es garantía de nada mientras que un autor mediático lo garantiza todo. Se acabó el romanticismo, o no, quién sabe, ¿alguien sabe algo en estos días?

Nocturno de Calpe (Aurisecular)


 

Puede que PL Salvador constituya una isla dentro del panorama literario pero no cabe duda de que Nocturno de Calpe es un archipiélago de cuatro novelas que tienen un origen común, la actitud del autor. Esto puede llevarnos a pensar qué es real y qué ficticio. Es lo de menos. El autor es capaz de reinscribir una idea en su memoria para, de forma metonímica, mostrar lo universal en la individualidad del personaje que habla; su fragilidad es la de todos.

Este es el origen. La actitud de PL Salvador en Nocturno de Calpe, la de Salvador en Quince mil, la de Gapp en A solas con Nastunye, la del protagonista innombrable de Lo inasible son las que el autor mantiene durante más de 60 años en su vida: el aprendizaje, la búsqueda de la felicidad a través de un trabajo que satisfaga y de un amor que nos complete. Esta es la magia. Podemos leer diferentes novelas del autor y adivinaremos que es él quien está detrás, y lo adivinaremos libre para continuar escribiendo en su tabula rasa y para hacer tabula rasa en la vida y seguir adelante.

En la tetralogía, Salvador interioriza el proceso de escritura; parte de un detalle real para abrir un mundo ficcional en el que aparecen sus limitaciones y en el que desaparecen los convencionalismos literarios, de esta forma el personaje habla con un autor que es, a la vez, personaje; asimismo, al mismo tiempo que los elementos narrativos, se transgreden los signos ortográficos, con lo que el lenguaje se desestabiliza. Es la rúbrica de Salvador con la que se autoconoce en su proceso de escritura. Lo interesante es que también los lectores conectamos con nosotros mismos durante la lectura.


Texto completo

La ruta imprevista

 


Seguimos la ruta prevista. Escribimos. Pero para nosotros. Publicamos. Pero en pequeñas editoriales. Vendemos. Pero poco. Vendemos poco y con esfuerzo. Vendemos poco, pero lo suficiente para que nos vuelvan a publicar. Nos buscamos la vida. Nos pagamos el vicio.

La ruta prevista es, obviamente, imprevisible. La ruta prevista se ha simplificado. Ya solo nos interesa disfrutar escribiendo. Ya solo nos interesa vender nuestra mercancía para seguir publicando. Ya solo nos interesa lo que siempre nos interesó y ya solo ahí buscamos cobijo.

Pienso de nuevo en esa ruta prevista que era sencilla y que lo editorial corrompió. Pienso que al final todo confluye en la corriente original. Pienso que si no te vendes, no te compran, y pienso también que vender y comprar son las armas de lo editorial y los enemigos de la Literatura.

Cesia (lectura de Esther)

 




Hay comentarios que rezuman sinceridad. Los lees y te dices que sí, que lo que te están diciendo te lo están diciendo como lo sienten. Es lo que me ha pasado con las sensaciones de mi amiga Esther al respecto de La prodigiosa fuga de Cesia.  

«Querido amigo,

Te doy mi más grandísima enhorabuena por tu novela. He pasado tres semanas enganchada a sus personajes. Deseando que llegara mi rato para reencontrarme con ellos y ralentizando mi lectura para que no se acabara (me pasa siempre con los libros que me gustan). Pero ya hoy me ha sido imposible retardarlo más y, enamorada de Jairo y en la piel de Cesia, me ha llegado el momento de llegar al fin de la historia. Te aseguro que los voy a echar mucho de menos. Idea genial, original, con mucho ritmo y fantásticamente escrita. Personajes entrañables que te enganchan desde el principio y te tocan el alma. Sencilla de leer y muy profunda para el que quiera “comprehender”.

Acertaste, PL Salvador, ¡me ha encantado!

Te envío un gran abrazo y espero ir prontito a Calpe para darte otro personalmente y que me la firmes, claro!!

Con mucho cariño, Esther».

 

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Certamen Martín Fierro de Denuncia Social

 


22 de octubre de 2021

He ganado el III Certamen Martín Fierro de Denuncia Social. Es un premio modesto pero premio al fin. En estos tiempos, cuesta mucho ganar un premio. La realidad editorial es cada vez más cruda. La realidad literaria sigue siendo la misma de siempre. Lo que ha cambiado es lo editorial. Y los premios respaldados por una editorial están dentro de esa realidad cruda. Empecé con Pez de Plata, continué con Última Línea y ahora toca Distrito 93. Es como si el camino estuviera trazado. Así lo siento. Lo dijo el responsable del blog Ni un día sin libro y va a ser verdad. Buscaré sus palabras. Enseguida vuelvo. Aquí las tengo. Las copio.

«A veces tengo la sensación de que no hay un plan, de que su obra se va armando a base de impulsos basados en la carencia de complejos, y eso, como todo talento natural, no vale la pena controlarlo, para que brote el genio cuando tenga que brotar. Sin embargo, en otras ocasiones pienso que Salvador tiene un gran plan, y que todo está escrito, nada es improvisado. Cada novela nueva encaja con todas las demás, y algún día lo entenderemos todos todo».  

Me gusta mucho la manera que tiene este hombre de entender mi literatura. Hay magia entre nosotros. Fue el primero en encontrarme, el primero en reseñar Nueve semanas. Me entendió enseguida, y seguimos. Escribir para lectores como él es lo más. Y tengo varios. Y varias. Soy afortunado.

Muy afortunado.

 

 

Neel Ram (Pablo Fraile)

 



«Neel Ram», el último libro de PL Salvador, es en realidad un tríptico. Contiene tres novelas cortas que pueden leerse de manera independiente, pero que ganan siguiendo el orden propuesto por el autor. Porque en «Neel Ram» no hay nada al azar, y el estilo de Salvador rebasa la sintaxis o el léxico elegidos, los límites que otros autores y autoras suelen trazar, para extenderse por el libro hasta alcanzar una estructura propia, original e imposible de exportar: una especie de matrioska en la que cada capa refleja la anterior, pero que a la vez varía, ofreciendo tonos muy distintos: desde el humor inicial, con personajes que conocen su condición, hasta el 'remake' del final —un viaje onírico con la lógica de las pesadillas—, pasando por la historia de ¿autoficción? que da nombre al conjunto: vampiros vírgenes, distopías escritas a cuatro manos, tres versiones distintas del escritor, la secuela esbozada de «2222», perros que no tienen dueño, un nombre de mujer en el espejo: «Neel Ram» es eso y también más, lo que toda literatura debería ser: un juego, que no sirve para nada y a la vez mitiga todo.


Texto original

Neel Ram II (El Yunque de Hefesto)

 


“Escribo para mi musa, me dijo hace muchos años. Empecé sin ella, no sé cómo, pero mis mejores obras las he escrito para ella”

 

Hay personas destinadas, no solo a conocerse, sino también a amarse. En cualquier circunstancia y situación. Seres que albergan un sentimiento mutuo puro y sincero que va más allá de la mera atracción sexual, el interés o la satisfacción de algún tipo de necesidad. Un afecto imperecedero que se mantiene aletargado hasta que el destino les permita encontrarse. Cuando eso suceda, cuando se avive la llama, ya nada podrá apagarla. No importa si ese día llega en el momento justo o demasiado tarde. La vida es larga y, aunque hasta en el más ideal de los mundos posibles surgen dificultades, si se sabe esperar y se valora más lo que se tiene que lo que falta, el viaje puede ser maravilloso.

 

Rod Avlas es un escritor que, como la mayoría de los de este país, debe desempeñar otros oficios para subsistir. Cuando visita una pequeña localidad como operario de mantenimiento conoce a Neel, su lectora más fiel. Una persona inteligente y segura de sí misma que le declara su admiración y se confiesa enamorada de sus obras. La joven cree (y no se equivoca) que todos los libros que ha escrito hablan de una misma mujer con distintos nombres. De la Musa que aún no ha encontrado, pero sí imaginado. De ella. 

Rod, sorprendido, intuye que es cierto y que siempre la ha estado buscando. Pero Neel no solo está casada y es madre, sino que además adora a su marido.

 

Juguemos. Unamos los nombres y démosles la vuelta. 

Rod Avlas. 

Y ahora, Neel Ram. 

Exacto, tenemos Salvador y Marleen. Sí, son el autor de esta historia y su esposa. Personas reales en un mundo sin narrador. 

La novela arranca en 1993, año en que se conocieron, pero en una realidad totalmente diferente. Una soñada por el escritor levantino que, aunque no le pone las cosas fáciles a su alter ego, sí le permite (a él, al Escritor tras el escritor) tomarse la revancha de las desilusiones literarias que se ha llevado a lo largo de su vida. Y hacerlo, además, apoyándose en las alegrías que sus auténticos lectores le han dado. Pero este universo alternativo le concede, sobre todo, la posibilidad demostrar que en su vida solo hay sitio para una mujer. Que así es, así debe ser, y así será. Y eso no cambiaría en el caso de que no pudiese estar junto a ella. 

 

Esta segunda parte de la trilogía (a la que da nombre, y que ha sido publicada en un solo volumen) es, en apariencia, otra travesura del mismo estilo de su antecesora. Una historia cuya autoría se disputan el novelista de carne y hueso, y su personaje de El vampiro virgen.

Los diálogos, ágiles, frescos y divertidos, transmiten la esencia de cada uno de sus protagonistas haciendo, al igual que en la vida real, innecesaria la presencia de un narrador. Y como en toda mascarada que se precie, hay truco. Rod es el escritor al que se le terminará concediendo el reconocimiento que a Salvador aún no le ha llegado. Un hombre casi ideal al que todos admirarán. Pero cada alabanza, cada uno de los muchos elogios que se le dedican, están lejos de ser un vano ejercicio de egolatría. Todos, del primero al último, han sido escritos por lectores reales entre los que orgullosamente me incluyo y, por tanto, han sido robados del mundo donde pocos le han leído aún.

 

Pero Neel Ram es, ante todo, una declaración de amor a Marleen. Una declaración auténtica, profunda y espiritual. La revelación de un sentimiento que, como decíamos al principio, va más allá de la dimensión física. Salvador le está confesando en estas páginas que siempre la ha querido y que siempre la querrá. Que sus libros son las hijas que Ella le ha dado. Que en Ella encuentra su inspiración y su fuerza. Que así es en esta vida y así sería en cualquier otra.

 

¿No os dais cuenta de que hay que leer a PL Salvador al menos una vez en la vida? Es valiente, original, divertido, y capaz de reescribirse a sí mismo. Y si no me creéis, esperad. Muy pronto os hablaré de la última parte de esta trilogía y comprobaréis que no tiene ningún miedo a seguir Nadando Contracorriente.


Texto original

Neel Ram I / El vampiro virgen (El Yunque de Hefesto)

 








No es descabellado pensar que la auténtica literatura es similar a la auténtica alquimia. Es arte y es ciencia. Implica un aprendizaje lento, arduo, y demasiado asociado al método "ensayo-error" como para que quienes no tengan una profunda necesidad de conocimiento, la desarrollen durante mucho tiempo. 


Algunos se acercan a la literatura (a la alquimia espiritual), buscando transmutar el plomo en oro. Desean un rédito rápido y siguen sendas iniciadas por otros. Pocos lo consiguen. Pero esa transformación del metal, ese éxito (tal vez fortuito), hace que dejen de buscar, de innovar. De aprender.

 

Puede que los “afortunados” que logren triunfar rápidamente nunca comprendan la auténtica conexión del alquimista con el cosmos, del escritor con su obra. Algunos despertarán algún día advirtiendo su error, asumiendo que son meros ilusionistas. Que la piedra filosofal no tiene relación alguna con cuentas bancarias, con récords de ventas, o con popularidades en redes.

 

PL Salvador es un alquimista. Un verdadero alquimista. De los que escriben por amor y por necesidad (vital). De los que aprenden de sus errores y no se detienen hasta encontrar un estilo propio. De los que saben que el oro no es el objetivo y destilan, y depuran, y pulen, y vuelven a destilar los elementos en un ciclo casi interminable hasta que advierten que todo el proceso, en realidad, se desarrolla en sentido contrario al esperado. Hasta que son conscientes de que son ellos (los alquimistas, los escritores) la auténtica materia en constante cambio y purificación.

 

Cuando la depuración interior (la catarsis creativa) se ha completado, adquieren un poder asombroso. No el de la vida eterna como piensan los que suelen conformarse con el oro, sino el de LA VIDA con mayúsculas. Porque logran, tras años de decepciones y esfuerzo, la capacidad de otorgar a sus personajes esencia e inteligencia, de rozarlos con un dedo y animar sus corazones (sí, el Dios que retratara Miguel Ángel en la Capilla Sixtina era, sin duda, escritor). De hacer que sus creaciones le amen y le adoren reconociéndole como su hacedor. Sin embargo, prácticamente ningún otro autor-alquimista ha decidido devolverles ese amor yendo al mundo que para ellos ha concebido. Casi ninguno ha querido o podido ser omnipresente. Ser autor, creador y personaje. Tan solo el Rey de todos ellos: PL Salvador.

 

¿No entendéis mi discurso? Dejadme entonces que os hable de El vampiro virgen, la primera de las tres novelas cortas que componen Neel Ram.

 


La literatura está en el centro del universo de Dad, un hombre entrado en la treintena que sueña con ser escritor y amo de casa. No desea otro empleo. No es vago, torpe ni perezoso, simplemente sabe lo que le hace feliz. Ha autopublicado dos novelas bajo el seudónimo de Bloss Ñejer, un personaje canalla y divertido creado por PL Salvador en Nueve semanas (justas-justitas), y estas le han reportado excelentes críticas y ningún beneficio. Cuando se encuentra trabajando en una nueva historia, sus padres deciden echarle de casa. 

Dad no se hunde ni se deprime. Ni siquiera tras el fallecimiento de su abuela, la única persona que le comprendía y aceptaba. La libertad que le confiere sentirse rechazado le impulsa a viajar sin rumbo, buscando enriquecerse y acumular experiencias que le ayuden a escribir mejor. 

 

El vampiro virgen es metaliteratura pura y perfecta. Una obra en la que su principal protagonista (Dad), engendra a Kewo, su alter ego cincuentón, mentiroso y maniático; un triunfador a los ojos de los demás (aunque a la deriva en lo esencial), que busca en Min su contrapeso vital. Porque Dad intuye que así ha de ser, que él estará perdido si no encuentra a su musa. Al fin y al cabo, su admirado Salvador encontró a Marleen...

 

PL es el alquimista literario que, como os decía al principio, ha terminado por alterar su propia naturaleza a través de las letras. Su amor por la narrativa le ha hecho enfermar del mismo mal que padeciese El Quijote, pero con una variante mucho menos peligrosa. No confunde la realidad con la ficción, sino que se mimetiza con esta. Se inserta en ella transformándose en personaje e influye, como amigo y no como un dios, sobre quien creó a su imagen y semejanza.

 

Estamos ante una obra innovadora, ágil, divertida y autorreferencial. Una travesura creativa en la que desde la estructura hasta el empleo del lenguaje son geniales: no hay narrador, solo diálogos y pensamientos que no necesitan de guiones ni aclaraciones para ser entendidos. PL Salvador se convierte en lo que más ama. En literatura pura. Y eso le da la oportunidad de tomarse la revancha de aquello que no le fue concedido, de corregirse a sí mismo, de homenajear veladamente a sus amigos, y de nadar contracorriente.

 

Esto es todo lo que os diré de El vampiro virgen y espero que no hayáis entendido nada. Porque para entenderlo hay que vivirlo. Y para vivirlo hay que leerlo. Así que aquí termino con la primera parte de las tres que conforman esta obra. De la segunda, llamémosla Neel Ram II (Neel Ram), os hablaré muy pronto. Aún sigo saboreándola, pues se trata de la declaración de amor más original que os podáis imaginar.


Texto original

Neel Ram (Ni un día sin libro)

 


Este blog no pretende ser un ejemplo de coherencia (dios nos libre), y si tuviéramos que presumir de algo podría ser de otras cosas, pero nunca de coherencia. Hablando de ella (o de la falta de ella), a lo largo de nuestra historia hemos sido especialmente erráticos en el formato: hemos pasado de reseñas individuales y sesudas a ejercicios de recomendación más accesibles, apuntando a lo concreto, dando foco a las sensaciones más que a los detalles. En este sentido, en lo que llevamos de año hemos encontrado el punto dulce en nuestras prescripciones semanales de los domingos: 3 libros para la semana, coincidentes con nuestras últimas lecturas. Nos sentimos cómodos haciendo justo esto y justo ahora, ni (os) saturamos, ni (nos) saturamos y nos creemos accesibles.

Sin embargo, ha llegado un libro que nos obliga (porque queremos, es cierto) a transgredir la norma. O no. Un libro que son tres, con lo cual he llegado a la conclusión de que por esta y por otras muchas razones, era de justicia romper nuestros principios (los de ahora, a lo Groucho Marx). Es Neel Ram, la última triple novela de P.L. Salvador. A ver qué sale, comenzamos.

Uno. Por el final. Voy a empezar por el final, por el sitio al que quiero llegar (y llegaré) pero que puedes perderte si no aguantas: Tienes que leer Neel Ram. Si te gusta la buena literatura (o si te jactas de ello, si no te importa pararte, echar marcha atrás, que te abran la boca mientras lees, que te la cierren, que sientas que un escritor te está tomando el pelo y en realidad te encanta que lo haga. Si reconoces una novela cojonuda entre todas las demás sabrás enseguida que estás ante una de ellas.

Dos. Trilogía. Neel Ram no es una trilogía, son tres libros que podrán haber adquirido vida propia, pero conviven juntos como ingredientes indisolubles para un cocktail, que pueden tomarse por separados pero solo juntos producen la magia.

Del primero, El vampiro virgen, brotan los otros dos, que nacen engarzados al primero pero que tan pronto como comienza la lectura cogen vuelo y se transforman en lo que tú decidas como lector.

Tres. El primero: El vampiro virgenLa novela. La Novela. Una polifonía hecha libro. La historia de Kewo y Min, un paciente y su psicóloga, y de un libro, del que forman parte. Porque ellos son personajes (como si alguien no lo fuera) creados por Dad, ahora sí, el protagonista de la historia. Dad escribe sobre ellos, Kewo y Min, pero esta es también la historia de Dad y Min. Un camino en el que nos encontramos con Bloss (que no es sino el pseudónimo de Dad), el protagonista del libro de un tal PL Salvador. Porque todo conduce al encuentro entre Dad y Salvador. En Calpe, dónde si no.

El vampiro virgen es, en definitiva, la historia del encuentro de un escritor con su personaje, de un diálogo que es el fruto de una búsqueda y que no es otra cosa que la representación del diálogo —necesario al menos una vez en la vida— de uno consigo mismo.

Esto, señores, es la novela total, de múltiples entradas y salidas, de relatos dentro de relatos que se sitúan en la periferia de la novela principal. Y todo sin que en ningún momento esté claro cuál es la novela principal. Si tuviera que elegir un pasaje del libro, podría ser el del relato a dos manos entre Dad y Salvador, pura magia de la que somos testigos privilegiados.

Y podría haberse acabado aquí. Pero no.

Cuatro. El segundo: Neel RamNeel Ram pertenece a un género literario único, por inventar, o quizás inventado con ella, con esta novela. La novela de toda una vida, tan real que para serlo el autor ha utilizado un espejo —todo es especular—, el protagonista es él y su musa, la real, está con él pero no es ella, y por eso quizás es más ella. Supongo que la única forma de escribir con libertad de uno mismo es así, con la distancia de un personaje inventado. Escritor pero de otros libros, y aún así reconocible en los libros escritos (en los de la vida real). Qué cosa tan bonita ha escrito Salvador. Qué historia de amor tan real no siéndolo. Y no debe ser casualidad que suene en mi cabeza Roma, una canción especular (Amor) que en cierto modo también busca contar el amor al revés, como Neel Ram.

Cinco. El tercero: Nadando contracorriente bisEsta es una segunda versión de Nadando Contracorriente, del propio PL Salvador, e iba a ser una reedición pero el autor cambió el rumbo de lo que iba a ser en plena pandemia. Y funciona como epílogo de El vampiro Virgen, porque de este ejercicio de reescritura los personajes de la novela hablan al principio, en el principio lejano de esta trilogía. Es la última y la más novela de toda la obra, y viene a representar el final de un descenso vertiginoso, como cuando llegamos a la grava de la llanura que nos frena y nos devuelve a lugar seguro. Solo con un autor como PL Salvador somos capaces de entenderlo todo, de por qué una novela policiaca, de que nadie es quien de verdad parece ser y de que hasta las cosas descabelladas acaban teniendo tienen sentido. Como decía Calderón, al fin y al cabo, los sueños, sueños son.

Seis. El asombro. He leído toda la obra reciente de PL Salvador: Nueve Semanas, 2222, La prodigiosa fuga de Cesia, La extraña curación de Marta. Siempre afirmé que había algo grande en el autor, y que algún día explotaría. Esta última novela puede ser perfectamente esa explosión. A veces tengo la sensación de que no hay un plan, de que su obra se va armando a base de impulsos basados en la carencia de complejos, y eso, como todo talento natural, no vale la pena controlarlo, para que brote el genio cuando tenga que brotar. Sin embargo, en otras ocasiones pienso que Salvador tiene un gran plan, y que todo está escrito, nada es improvisado. Cada novela nueva encaja con todas las demás, y algún día lo entenderíamos todos todo. Sin embargo, siempre acabo concluyendo lo mismo. Las explicaciones a las cosas que nos causan asombro nunca son capaces de igualar a la experiencia del asombro en sí, y esa es la magia de una canción, de un libro, de un beso, de una tormenta espectacular, del cuadro que en el museo te hace llorar. Gracias, Salvador, por esta experiencia sin palabras formada por palabras. Al resto, ya estáis tardando.

 

Texto original

 

La extraña curación de Marta (María S.)

 


Una obra inaudita, fresca, divertida, picante por momentos y, sobre todo, subyugante... ¿Qué es lo que lleva a Raquel a abandonar a Nacho, su marido de manera precipitada? Solo ella tiene la respuesta a la misteriosa huida, que la lleva a residir en el pueblo de su infancia, y allí coincide con Alejo, el tercer personaje que conforma el eje de esta novela.

Se trata de un libro transgresor en su estructura, filosofía y planteamiento morales. Para entenderlo del todo, quizá sea necesario un ejercicio de introspección, ya que es una historia en la que las relaciones y condición sexual de los protagonistas está presente, pero en la que podemos encontrar diversos y variados matices de un relato sin complejos.

Nos demuestra que puede haber más verdad en algunas formas de vivir la vida que en el entorno impostado de muchas relaciones, más allá de los "dimes y diretes" morales. No solo eso, si no que rompe con muchas de las formas convencionales en lo que a literatura se refiere. Hablamos de metaliteratura en mayúsculas, y es que a través de esta se resuelve una de las encrucijadas más sobresalientes de este libro, lo cual resulta una genialidad.

Leer este libro ciertamente conlleva a un choque de esas convicciones morales que nos llevan a prejuzgar de forma equivocada la ética y disposición de algunas relaciones o comportamientos que existen en torno a los vínculos creados a partir de ellas. Pero, ¿y si partiéramos de otro origen? ¿nos cambiaría la concepción de estas? ¿serían más éticas? De una forma u otra, la esencia de esas relaciones sigue siendo la misma, solo que concebida de distinta forma.

Aparte de esos quiebros y giros constantes en cuanto a moralidad y literatura, nos adentra en la historia de Marta, de la que casualmente conoceremos más cosas relacionadas con su vida de las que ella misma conoce. Al recordar algunos pasajes no he podido evitar recordar algunas de las escenas narradas en este libro, y es que algunas escenas entre divertidas y picantes parecen sacadas, tal cual, de una comedia.


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Nueve semanas (Aurisecular)



Nueve semanas es una novela trepidante y lo más curioso es que el lector tiene una visión retrospectiva del ritmo frenético con el que se suceden los hechos, efectivamente, en nueve semanas justas-justitas; pero también nos da una visión real de la escritura y de la publicación de la escritura, una visión parcial del erotismo y una visión ficticia de la realidad.

Los personajes se van convirtiendo en protagonistas indiscutibles conforme aparecen para formar una red, que abarca el universo narrado y se desprende realmente de la mirada que adopte cada uno. Es algo así como el perspectivismo múltiple de la literatura de los 60, en la que el lector necesita todas las perspectivas para ir eliminando los problemas o misterios que van surgiendo hasta que puede entender el objetivo que, en el caso que nos ocupa, es toda una declaración de intenciones: Escribir una novela a dos (o tres manos), algo que P.L. Salvador llevó a cabo realmente en 2020 con La extraña curación de Marta.

En Nueve semanas, la forma se adapta al contenido. Los protagonistas se multiplican, pero no es un protagonista múltiple el que se apodera de las páginas. Los diferentes protagonistas-autores se van nominando; siempre somos conscientes de quién escribe, «Soy Dedé», aunque todos imitan la forma de escribir de Bloss, de quien parte la idea. El estilo es único, si no se presentaran no habría forma de saber quién ha escrito qué; algo premonitorio para la escritura real de una futura novela. En este estilo lo que predomina en la forma es la experimentación, empezando porque la novela no es otra cosa que un diario en el que van anotando los hechos que suceden cada día.

Esta circunstancia, en la que convergen diferentes focalizaciones, afecta asimismo a la experimentación del contenido. En este tanteo práctico se multiplican los finales de palabras «escritor-tor-tor», como si se tratase de un juego infantil, un juego en el que los niños repiten palabras y se divierten al tiempo que, los no tan niños, irónicamente, recuerdan los grados del adjetivo «su cuenta abierta-abiertita […] Triste-muy triste-tristísimo». Un juego de intención machacona para que pueda ser entendido rápidamente. Esto es lo que ocurre con esta novela-diario en la que encontramos una acumulación exagerada de signos aclaratorios, la mayoría de veces colocados en un orden diferente al aconsejado o en lugares que no corresponden, «todos tenemos derecho a una segunda (o tercera [incluso cuarta {¿quinta}]) oportunidad».

También abundan las onomatopeyas «bla-bla-bla-bla» «¡aggghhh!» para imitar diferentes sonidos al tiempo que aportan cierta plasticidad al estilo, que destaca por la efectividad humorística en la narración. De hecho, esta novela podría ser catalogada de absurdo humorístico experimental si nos atenemos a la forma. El humor está presente en todas sus variantes, en la formación de palabras que nombran movimientos irreales, expuestos en paralelo con otros artísticos de la realidad, «se alegra de que yo deje el putaísmo».

Humor en la polisemia al comparar diferentes actividades, literarias y sexuales «tendré que pagarle y compartir lecho pero una escritora necesita experimentar».

El doble sentido es constante, P.L. Salvador juega con las palabras para que acuda a nuestra mente una mezcla de expectación e incongruencia. La ambigüedad se pierde en el contexto, aunque no siempre, por lo que, de forma experimental, es el propio personaje el que lleva a cabo la reinterpretación sorpresiva, dejándonos a los lectores la risa del chiste abierto e ingenioso «de la noche a la mañana he renunciado a la carne (de comer). Asegura que ya andaba en ello. Y que yo le he dado el empujón definitivo. Aún le daré alguno más…».

Asimismo hace gala de gran humor en el uso de palabras nuevas con plena conciencia de que no existen «anovelaré. La RAE […] seguro que no acepta mi variante», y en la rebelión a las normas ortográficas y literarias, «puedo escribir lo que quiera siempre que no me salga del guión (con tilde)».

El oxímoron tiene cabida a lo largo de la novela, la mayoría de veces también con resultado humorístico «vegetariana entomófoga». Y humorísticas son las palabras compuestas creadas a partir de la derivación «golfiferia». Los coloquialismos se utilizan, en ocasiones, para reforzar la forma de ser del personaje que está siendo descrito; los sinónimos refuerzan la situación humorística, al igual que los antónimos no referidos al mismo referente pero comparados en el significado «Lo del tanga me parece demasiado sucio (aunque la braguita estuviese limpia)». El sarcasmo hiperbólico aporta su punto de agudeza, de ahí que sonriamos, al menos, al leer, durante lo ocurrido el 22 de agosto «Salimos. Hace un calorcito de lo más agradable».


El recurso de la elipsis es bastante normal en el habla coloquial, pero el autor, reforzando más el ritmo dinámico narrativo, emplea la elipsis en situaciones no conocidas por el lector, lo que dificulta el entendimiento del contenido pero aumenta la socarronería «A estas alturas. Y ella aún menstrúa. Creo que tiene los mismos que yo. Lo suponía». Sin embargo en otros momentos la elipsis es la que aporta la fuerza y el dramatismo que caracteriza una conversación entre amigos; el humor que conlleva es precisamente lo que acerca al lector a la historia «¡Boquiabierta! […] cree que está embarazada. ¡Cuarenta y seis!».

El humor, en fin, y sobre todo el humor absurdo, llena las páginas con todas las formas posibles en que puede presentarse, con comparaciones animalizadoras afectuosas, «Esta mañana las he sacado a pasear», en coincidencias y chistes escatológicos «va a ser incinerado […] Los gusanos que se busquen la vida», en irrupciones de signos matemáticos en la escritura, «Saluda a la viuda2», y en una sucesión de signos aleatorios para insultar, al más puro estilo del cómic «¡Puta! ¡θζ ψ φ 7/♀!».

Y si el humor aparece en todas sus variantes, P.L. Salvador es un maestro a la hora de usar el diminutivo; lejos de cansar, Bloss comienza a utilizar este diminutivo en su “estilo novelesco” y Dedé, Nené, el negro… todos lo añaden a la manera de escribir, desde el diminutivo afectivo «Coño, Blossy, ¿a qué viene eso?» para dejar claro al lector el nivel de cercanía que hay entre los personajes, al despectivo, para ir marcando el cambio de relación entre los participantes de la historia «le tengo un poco de manía (a Joselín)». Está claro que el diminutivo refuerza la función expresiva del texto, de ahí que la ironía quede remarcada «¿Cuántos comodines tendrá en la manga el competente Kladdín?» y la intención persuasiva que quiere tener con el lector, al reconvenir a un personaje que no está presente «Pepito-Pepito ¿qué vas a hacer ahora?». El rechazo a dicho personaje también puede quedar marcado con un diminutivo que exprese el enfado total «y a Pepín se le ha ido la mano» aunque en realidad minimice la amenaza de una imagen negativa de aquél a quien se refiere.

Pero no siempre es el diminutivo, a veces el hipocorístico denota una confianza absoluta con quien, en otro momento, ha supuesto un obstáculo «es lo que Pepe me aseguró», por lo que los insultos, los sentimientos peyorativos, no pueden ser tomados demasiado en serio. Son experimentos que se suceden en esta novela experimental. Nada es lo que parece. Incluso quien aparenta llevar las riendas en un principio, el protagonista, ya nos avisa de que nada es real, ni siquiera él mismo «no hay nada seguro […] Empezaré poniéndome un nombre […] Bloss». Así que no es raro que vaya cambiando de parecer y de forma de ser según con quién esté. No tiene una personalidad definida. Al principio se describe como un héroe novelesco, como un macho típico de película, alguien irreal que, sin embargo, se va haciendo más auténtico según experimenta, porque en esos momentos es cuando se porta como es y, en realidad, su experimentación reside en convertirse en el pretendido héroe. Por eso es necesario que esa imagen proyectada al principio quede destruida, y no será hasta el final de la novela cuando las bravuconerías del inicio cobren sentido, formando un círculo que lo oprime en un determinismo fatídico. Sin embargo el final podría ser diferente en la realidad ficticia que enmarca esa novela escrita a seis manos.

De hecho, Nueve semanas puede ser el experimento inicial (ficticio) que luego P.L. Salvador y Mercedes de Miguel llevarán a cabo en 2020. Lo ficcional y lo real se entremezclan constantemente, las alusiones literarias reales conviven con menciones a personajes reales que se comparan a los imaginarios, «Se da un aire a Juanjo Puigcorbé. Bueno su rostro es un poco más amable, pero los dos miran igual-igual».

Si en La extraña curación de Marta hay una parte que es casi un libreto teatral, en Nueve semanas tiene lugar el ensayo de una escena entre Églex y Nené, paradójicamente escrita por Églex para representarla, en un encuentro con Dedé, lo más natural posible. Nada es la verdad que aparenta. Los ocultamientos son habituales en la novela; conforme se va desarrollando la trama, se van abriendo misterios que creíamos resueltos anteriormente, ¿Quién es Bloss en realidad? ¿Qué relación tiene Dedé con su padre d. José? ¿Cuál es el verdadero vínculo entre José y Nené? ¿Qué papel juega Kladd en todo el asunto? ¿Hay realmente un negro o se trata de un escritor independiente que inventa una trama novelesca absoluta?

No cabe duda de que los experimentos formales y de contenido, la mezcla de términos tabú con otros coloquiales, cultos y en desuso, la duplicación de grafemas, palabras, parejas de personajes, enredos, acciones… permiten que la realidad propuesta sea ante todo ficticia. Asimismo, la velocidad hiperbólica de los sucesos queda acelerada aún más, si cabe, con la escritura rápida, algo que conmociona a lector al tiempo que, una vez retomado el ritmo normal, relaja su tensión, pues es consciente de que está leyendo una obra literaria, aunque en ocasiones nos hayamos identificado con los sentimientos del protagonista «Loquito (estoy)».

Y es una obra literaria absurda, deliciosa. Sin embargo destila cierta crítica al papel demiurgo que juegan las editoriales en la sociedad, y los efectos de los mass media en las publicaciones. Esta novela humorística segrega una clara dureza en el tratamiento que la publicidad otorga a la calidad de la literatura mediática y a la calidad del ser humano.



2222 (Carolina Sarmiento)



     La escritora Carolina Sarmiento publica en Facebook la microreseña que entrecomillo al final. 2222 sigue cosechando lectores tres años después. La incorporo a este blog antes de que se pierda en las profundidades facebookianas.


     «Es el momento de leer esta novela publicada en 2017. Conspiranoides o no, negacionistas o no, antivacunas o no… A cualquier lector se le erizará el cogote por las semejanzas entre lo que narra PL Salvador y la pandemia actual. Es el momento de leer esta novela por el contenido pero por la forma también. Qué estilo rompedor y personal tiene el tío, qué ritmo. Qué bueno».




La extraña curación de Marta (Kika Sureda)


Algunas personas dicen más con un par de frases que otras con una reseña de las largas. Es el caso de Kika Sureda, freelance, articulista, letraherida, especialista en literaturas varias y, sobre todo, estudiante incansable.

«La extraña curación de Marta es una novela psicológica y sorprendente. Cuando crees que lo has visto todo llega alguien y te sorprende. Se agradece que en tiempos de tanto de lo mismo los autores nos regalen originalidad, que para ello hay que trabajarlo mucho».

Cuarenta y cinco palabras. Y no hacen falta más. Los lectores que estén hartos de «tanto de lo mismo», pueden adquirir esta «sorprendente novela» por 11`95 euros. Los lectores que busquen originalidad, pueden estar seguros de que esta obra no les defraudará, Kika Sureda es corredactora de sección en Culturamas y sabe de lo que habla.






La extraña curación de Marta (Blog Aurisecular)



Cuando estás leyendo un libro que te han recomendado (¡y te han regalado!, David, ¡cuidado! esto se puede convertir en una costumbre) y de pronto sientes una sensación extraña porque no sabes muy bien qué estás leyendo, se agolpan sentimientos encontrados.

Así que creo que es mejor ir por partes.

El libro —ojo, sigo llamándolo “el libro”— está dividido en tres partes diferenciadas en su forma. La primera, La huida, está dominada por un narrador que se pretende omnisciente pero en realidad de quien lo sabe todo es de Raquel, la protagonista. Y este narrador expone, sin ningún género de dudas, hacia dónde huye Raquel y por qué. Tiene muy claro qué es lo que ella no quiere, de ahí que lo remarque de todas las formas posibles; sus no deseos, expuestos con una enumeración anafórica para que no haya dudas, van seguidos de diferentes complementos directos: perífrasis durativas, subordinadas sustantivas o de infinitivo, sustantivos abstractos o concretos… En fin, el narrador incide en estos “no intereses” para que los asimilemos, No quiere que […] No quiere ansiedades […] No quiere despreciarse… Las repeticiones son constantes, sin embargo la anadiplosis no remarca su deseo, el sueño de Raquel sino, irónicamente, lo contrario «le gustaba ensoñar que era rica […] Ya no quiere ser rica […] Sonríe para ella. Sonríe para ella porque en cierto modo es rica».

Si el lector hace caso al narrador descubre a un elemento inestable, caótico, aunque cuando intuye que solo es omnisciente por momentos, o solo con Raquel, no sabe qué pensar… ¿Este narrador es testigo? ¿Por qué no sabe qué le ocurre a Nacho, el otro protagonista? «Así piensa Nacho, […] Raquel no consigue dominarse […] Y parece sincera».

La desorientación se acrecienta con la llegada de Alejo. El lector se ve más perdido aún. La narración queda incompleta, las acciones se mezclan con los pensamientos, que no pertenecen del todo a Alejo sino a otro, al narrador, a quien no le interesa contar mucho de este personaje, por eso las frases cortas no terminan de definirlo, incluso las palabras, un tanto afectadas, le dan un halo de misterio, irreal «Harto de dar vueltas buscando la postura onírica, abandona el lecho y se viste. […] Se va tras el auto. […] Alejo sonríe. La ha reconocido. Es Raquel, su amor platónico de adolescencia […] Alejo es el médico del pueblo».

Seguimos enterándonos de la vida de estos personajes, o de lo que el narrador quiere, pero la desazón aumenta. Ninguno de los tres aparece con cierta profundidad psicológica. Es difícil entenderlos pues, en ocasiones ni siquiera las preguntas a sí mismos se las hacen ellos, por lo que el desasosiego que pretenden demostrar no es del todo creíble «Raquel anda y medita […] ¿Qué me pasa? […] Pues si teniéndolo todo no consigue ser feliz, ¿qué será de ella si algo se rompe?». Y en ocasiones nos encontramos con afirmaciones que, en cierto modo se contradicen. En cualquier caso el narrador sigue exponiendo una Raquel algo más creíble que sus dos compañeros. Ella se confiesa adicta al sexo, algo que la aboca a cierta promiscuidad y al mismo tiempo la lleva a tener baja autoestima.

Por el contrario, Nacho, también adicto al sexo, solo necesita a Raquel, por lo que hará lo que sea para que no se vaya de su lado, pero en realidad lo que quiere es seguir siendo la parte dominante de la relación «Nacho no tarda en entrar […] Raquel espera. Raquel disfruta con el juego y presiente que después se sentirá limpia».

Cuando termina la primera parte sentimos que estamos ante algo demasiado histriónico, algo semejante a una obra teatral, moderna, entre comedia negra y ácida. Esta sensación se acrecienta en la segunda parte, El Blog. Ante nosotros se despliega una especie de novela epistolar, pero moderna, de cartas cortas, una novela de notas. El lector se ve como espectador de una posible realidad en la que los personajes ahora se dedican a crear un blog. Todo un simbolismo cargado de elementos vinculados a los mass media, con cierta estética de marcada impronta posmoderna. La inmediatez se hace evidente en esas conversaciones impensadas. También la mentira. Y la rapidez. El reflejo social queda expuesto a la perfección con la sintaxis rara, rompedora de los blog, las onomatopeyas, las afirmaciones directas, categóricas, que se hacen amparados en el anonimato «En esta sociedad idiotizada son muy pocos los que saben apreciar un buen libro», frases hechas, comodines usados para intervenir cuando no hay nada que decir porque necesitamos sentirnos parte de algo, «ganas de llorar me entran, idiotas, cretinos ja-ja-ja, cretinos pero del culo, hasta nunca y que os folle un pez». Revelaciones aparentemente intrascendentes pero ocultadas a conciencia, porque cuesta trabajo salir de nuestro reducto particular en el que nos sentimos seguros «¿Por qué dudas sobre mi sexo Nacho?, o mejor aún ¿Por qué te preocupa?». Un blog que refleja la poca aceptación que tenemos de nosotros mismos en una sociedad pretendidamente liberal, pero que no lo es tanto.

La tercera parte aparece ya como obra teatral (casi absoluta). ¿Es novela? Tiene demasiados diálogos. No hay extensas narraciones. Los espacios son reducidos… ¿Es teatro? Podría ser, al menos esta última parte marcada por los diálogos, incluso el narrador casi desaparece para conformar una especie de acotación que sitúa al espectador en la acción «Una ambulancia. Prisas. Un hospital. Un médico y dos enfermeras…» Pero no hay actos sino capítulos que, paradójicamente empiezan donde terminó la primera parte: Z, para llegar al punto de partida de la primera parte: A. Es entonces cuando todo cobra sentido. Cuando la labor de P.L. Salvador y Mercedes de Miguel adquiere una unidad total, ensamblada, perfecta. Del caos que nos han ido presentando ha surgido un mundo nuevo formado por los entresijos de la labor del escritor, de la autoría compartida. La huida es el sueño de algo por crear, los apuntes previos a una novela. El blog representa la sociedad, las oportunidades que podemos encontrar en las redes sociales para llevar a cabo nuestros sueños. El despertar es la decisión de hacer real el sueño, de dar el paso, de elegir lo que nos gusta.

Es una novela rompedora, total, cargada de humor, actual, capaz de cobijar a lectores de todos los niveles. Incluso el final gamberro, de doble sentido, es un reflejo del ahora.

El proceso artístico de ambos autores surge ante nosotros acompasado, sin limitaciones y sin imitaciones, único.

Novela paradójica, artística (el parecido de los protagonistas con personas relacionadas con el cine puede ser un arma de orientación o confusión en la interpretación), en apariencia para intelectuales que, sin embargo está al alcance de cualquier lector porque representa la nueva sociedad. En realidad la historia se dirige hacia unos personajes, Marta-Raquel, Nacho, Alejo… víctimas de la situación caótica que están viviendo. Son personajes frágiles, inseguros que necesitan de la palabra, de la comunicación, en esta sociedad que los aísla. No interesa sacar a la luz la psicología de estos personajes, solo su fragilidad; de hecho la palabra constante cargada de energía y reflejada en el proceso de la escritura, actúa en Marta como dinamizador del ritmo de la historia paralelo a su conducta.

El discurso narrativo decae a favor de una sucesión de imágenes o ideas que captan las sensaciones que los protagonistas-autores han experimentado en situaciones cotidianas.

Cuando hay un posible entorno degradado (el atisbo de malos tratos, la prostitución, la dependencia vital o laboral…) se recubre con una película de bondad, así el mundo caótico adquiere cierta esperanza. El miedo a la soledad es más fuerte que cualquier otra situación de esta sociedad. Vivimos rodeados de odio, de afán por el dinero, del placer de dominar, de hipocresía… Todo queda a la vista en La extraña curación de Marta, pero los autores no buscan una transformación social (la realidad queda casi confundida con la ficción), simplemente describen esta sociedad con pinceladas. El lector debe interpretarla, analizar esta cultura de la imagen en la que vivimos rodeados de inmediatez, rapidez, cambio de percepción ante los hechos, y sacar sus conclusiones, o no, pasar un buen rato.

No queremos un trabajo fijo, queremos el riesgo, no queremos una pareja fija, pero paradójicamente ansiamos estabilidad emocional sin importar a costa de qué. No hay premios, sí miedo a la soledad.

La combinación autorial se traslada al cruce de ambientes (rural-urbano), de personajes (de diferentes clases sociales), de mundos (interior-exterior) y de ficciones; la realidad metaficticia del proceso de la escritura en la escritura, sirve para ahondar en la autenticidad del texto. Los sueños juegan (como en la realidad) un papel importante en el estado interno de Marta que pasa a convertirse en crisis existencial a través de la ironía, «Tu tía tiene su vida, es una persona importante y necesita estar sola para poder escribir».

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