P.L. Salvador es un escritor
sorprendente. Tiene la extraña cualidad de, al final de sus obras, llevarte a
lugares que no esperabas tras la primera página, de contarte mucho en muy pocos
capítulos y de hacerlo de una forma directa, divertida y difícilmente imitable.
Sus novelas son de aquellas que, hasta que no pasan unos días después de
terminarlas, no te das cuenta de todo lo que te han narrado.
En este caso estamos ante una
obra/experimento que juega con la idea de la subjetividad; rehúye del narrador
omnisciente y también de la visión personal de un único orador. Se trata de una
novela “compartida” por todos sus personajes que van escribiendo su versión en
algún momento, pero no utilizando los subterfugios habituales de las líneas
temporales, las cartas o los documentos personales; lo hacen directamente,
pasándose, por unas circunstancias u otras, el texto y avanzando en él, sin
volver al pasado si no es para puntualizar algún punto discordante.
El impredecible argumento, que
abarca las 9 semanas del título, es una pequeña reinvención de las comedias de
enredo habituales. Todos los personajes, escritores o relacionados con el
negocio editorial, son caracterizados en el arranque de la obra según su
estereotipo; el crápula, la niña pija, el padre protector y de dudosa moral, el
testigo bienintencionado en una posición difícil... pero a cada página, a cada
relevo en la escritura, a cada vivencia, todos se van transformando o se van
descubriendo tal y como realmente son, de una manera tan eficaz que el autor
logra que el lector se involucre en la trama, que se enoje u odie a algunos de
ellos y defienda a ultranza a otros.
Es, por tanto, una obra muy
difícil de clasificar. Lo que parece una comedia ligera llena de giros y
sorpresas esconde tras de sí un fabuloso juego metaliterario que no pierde la
ocasión de arremeter contra el mundo editorial (premios incluidos) y su rechazo
al talento por sistema, además de contra los propios lectores que entran en el
juego y lo sostienen con sus compras. Provoca con un machismo caricaturizado de
parte de algún personaje aparentemente sin rumbo que, como un barco dañado
busca un puerto al que amarrarse hasta que tiene que pagar la factura de sus
actos. Expone también lo impredecible de la vida y el hecho de que casi nadie
es lo que parece ni lo que cree ser, dando un hálito de esperanza a la
posibilidad de cambiar y a la de alcanzar la redención. Y todo esto en apenas
120 páginas.
¿Realmente necesitas más
motivos para descubrir a P.L. Salvador?
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