«Neel Ram», el
último libro de PL Salvador, es en realidad un tríptico. Contiene tres novelas
cortas que pueden leerse de manera independiente, pero que ganan siguiendo el
orden propuesto por el autor. Porque en «Neel Ram» no hay nada al azar, y el
estilo de Salvador rebasa la sintaxis o el léxico elegidos, los límites que
otros autores y autoras suelen trazar, para extenderse por el libro hasta
alcanzar una estructura propia, original e imposible de exportar: una especie
de matrioska en la que cada capa refleja la anterior, pero que a la vez varía,
ofreciendo tonos muy distintos: desde el humor inicial, con personajes que
conocen su condición, hasta el 'remake' del final —un viaje onírico con la
lógica de las pesadillas—, pasando por la historia de ¿autoficción? que da
nombre al conjunto: vampiros vírgenes, distopías escritas a cuatro manos, tres
versiones distintas del escritor, la secuela esbozada de «2222», perros que no
tienen dueño, un nombre de mujer en el espejo: «Neel Ram» es eso y también más,
lo que toda literatura debería ser: un juego, que no sirve para nada y a la vez
mitiga todo.
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