Una obra
inaudita, fresca, divertida, picante por momentos y, sobre todo, subyugante...
¿Qué es lo que lleva a Raquel a abandonar a Nacho, su marido de manera
precipitada? Solo ella tiene la respuesta a la misteriosa huida, que la lleva a
residir en el pueblo de su infancia, y allí coincide con Alejo, el tercer
personaje que conforma el eje de esta novela.
Se trata de un
libro transgresor en su estructura, filosofía y planteamiento morales. Para
entenderlo del todo, quizá sea necesario un ejercicio de introspección, ya que
es una historia en la que las relaciones y condición sexual de los
protagonistas está presente, pero en la que podemos encontrar diversos y
variados matices de un relato sin complejos.
Nos demuestra
que puede haber más verdad en algunas formas de vivir la vida que en el entorno
impostado de muchas relaciones, más allá de los "dimes y diretes"
morales. No solo eso, si no que rompe con muchas de las formas convencionales
en lo que a literatura se refiere. Hablamos de metaliteratura en mayúsculas, y
es que a través de esta se resuelve una de las encrucijadas más sobresalientes
de este libro, lo cual resulta una genialidad.
Leer este libro
ciertamente conlleva a un choque de esas convicciones morales que nos llevan a
prejuzgar de forma equivocada la ética y disposición de algunas relaciones o
comportamientos que existen en torno a los vínculos creados a partir de ellas.
Pero, ¿y si partiéramos de otro origen? ¿nos cambiaría la concepción de estas?
¿serían más éticas? De una forma u otra, la esencia de esas relaciones sigue
siendo la misma, solo que concebida de distinta forma.
Aparte de esos
quiebros y giros constantes en cuanto a moralidad y literatura, nos adentra en
la historia de Marta, de la que casualmente conoceremos más cosas relacionadas
con su vida de las que ella misma conoce. Al recordar algunos pasajes no he
podido evitar recordar algunas de las escenas narradas en este libro, y es que algunas
escenas entre divertidas y picantes parecen sacadas, tal cual, de una comedia.
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