Conversando con David de Juan Marcos

 



Por primera vez en mi vida (65 años, 5000 libros leídos, 50 000 abandonados) voy a leer un libro dos veces seguidas. Y, además, lo voy a hacer con gusto. Disfrutando. Hablo de Verano del 96, la última obra de David de Juan Marcos.

Me pongo en contacto con el autor. Pretendo entrevistarlo antes de comenzar la segunda lectura. Disfrutando porque este libro chorrea creatividad. Pero hay más razones. Que desvelaré en la obligada reseña.

―David, ¿sabes de alguien más que haya leído el libro dos veces?, ¿intuyes por qué voy a hacerlo yo?, ¿supone Verano del 96 una vuelta de tuerca en tu carrera literaria?

―Voy a pasar rápidamente y con algo de pudor el comienzo de tu intervención. Pero puedes imaginar lo profundamente agradecido que estoy por tus palabras.

»Sin tener una certeza absoluta, puedo intuir por qué sientes el impulso de hacer una relectura. Voy a dar un rodeo para explicarme, pero estoy seguro de que pronto entenderás por dónde voy. En lo personal, creo que un libro de relatos no debería ser simplemente una colección de historias. Aunque cada cuento funcione de manera independiente, es fundamental que compartan algo: un tono, una inquietud, un vuelo y una profundidad. Ese "algo" puede adoptar muchas formas: una unidad temática, temporal, estilística, un conflicto, un escenario; una búsqueda estética, en definitiva, que atraviese todo el libro. Cuando eso ocurre, los relatos ganan en hondura, en cohesión y en resonancia. Cada texto conserva su autonomía, sí, pero juntos conforman una estructura más grande, una obra con sentido propio, como una constelación donde cada punto brilla por sí mismo y a la vez dibuja una figura.

»En Verano del 96 hay, creo, una búsqueda estilística clara. También —si se quiere— una unidad temática, que gira en torno a la pérdida y el paso del tiempo (aunque, dicho sea de paso, ¿qué libro no habla, en el fondo, de la pérdida y del paso del tiempo?). Pero además, hay un juego oculto que no todos los lectores notan —y que no es en absoluto necesario que lo hagan para disfrutar el libro—: aunque son nueve historias, puede intuirse un décimo relato que las sobrevuela, que está presente en los intersticios, como un eco o un susurro. Ese relato invisible está ahí, para quien quiera verlo, y una de las ideas es que te queden ganas de regresar al libro para rellenarlo por tu cuenta.

»En cuanto a la segunda pregunta, te diré que escribir un libro de relatos siempre fue un capricho personal, una aspiración nacida del profundo placer lector que me produce el género. Lo disfruto enormemente, en parte porque ofrece una plasticidad y una libertad experimental que rara vez permite la novela. Por suerte —o por respeto— entendí muy pronto que también se trata de un género sumamente complejo, de una ejecución delicadísima, donde el más mínimo error puede echar a perder una historia entera. Tal vez por eso he tardado tanto en animarme a intentarlo.

Me quedo pensando en la respuesta de David. Me quedo pensando en la siguiente pregunta. Me quedo pensando en Verano del 96, que es ―sin duda― lo más interesante que he leído este último año.

***

―Sigamos. Tu penúltimo trabajo, Desde que me quedé sin dioses, tenía argumentos para convertirse en un superventas, pero sospecho que no ha sido así. Esta obra es ensayo, es biografía, es novela y es, sobre todo, literatura. No sobra ni falta nada, y puedo decir que es lectura amena, fascinante y, de algún modo, trascendental. Encima de todo eso, había una editorial potente detrás. ¿Qué nos puedes decir? ¿Se han cumplido tus expectativas? ¿Piensas que una obra demasiado buena difícilmente puede ser comercial?

―Si el cura y el barbero de don Quijote vinieran a quemar mis libros, Desde que me quedé sin dioses sería, sin duda, el que intentaría salvar del fuego. Es el libro del que me siento más orgulloso. No afirmo que sea una gran obra —eso no me corresponde a mí decirlo—, pero sí puedo asegurar que es, sin duda, lo mejor que he escrito. Aún hoy me reconozco en sus páginas, y siento que, por momentos, logré acercarme a ese imposible de que el libro imaginado y el libro escrito se parezcan.

»Para quien no lo conozca, Desde que me quedé sin dioses transita entre los límites de la ficción y la memoria, y narra una historia real: la del doble exilio de una familia palestina, primero hacia Siria y luego hacia Europa. Su escritura fue, además, una experiencia profundamente enriquecedora. Tanto, que decidí incorporar parte de ese proceso dentro de la propia obra. Esa elección terminó siendo un acierto: aportó una nueva capa de lectura a la historia de mi amigo Momo.

»En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, daría para una conversación larga. El destino de un libro en el mercado depende de múltiples factores. La calidad del texto es solo uno de ellos, y ni siquiera el más decisivo. Desde que me quedé sin dioses fue finalista de cinco o seis premios importantes de novela. No ganó: quizá porque había obras mejores, o quizá porque, como señalas, no es una novela en sentido estricto.

»Luego llegó la pandemia. Las editoriales, abrumadas por un exceso de títulos, paralizaron la adquisición de nuevas obras. Cuando finalmente logramos que una editorial apostara por el libro, el proceso fue caótico e inverosímil. Algunas posibilidades de traducción se vinieron abajo por detalles difíciles de creer. A eso se sumaron la crisis del papel, el desmantelamiento de la editorial y una promoción del todo inexistente. La publicación se retrasó hasta julio, un suicido en términos de lanzamiento de novedades editoriales. Para entonces, además, los temas que abordaba Desde que me quedé sin dioses —Palestina, la guerra en Siria, el drama migratorio— ya no ocupaban el centro del debate público. Paradójicamente (y tristemente), hoy esos mismos temas vuelven a abrir los telediarios.

»Todo esto hizo que el libro pasara prácticamente desapercibido. Y ya se sabe: de lo que no se habla, no existe. Me consuela que al menos las críticas que recibió fueron excelentes, y que es un libro que los lectores recuerdan con mucho cariño.

»Curiosamente, Desde que me quedé sin dioses tuvo una segunda vida en México, donde sí contó con una campaña de promoción adecuada y logró encontrar a sus lectores.

Suelo decir que toda obra ha de aportar algo si quiere ser literatura. Con Desde que me quedé sin dioses, David de Juan Marcos aporta mucho, lo aporta bien y lo aporta con sencillez, con humildad, con la vista puesta en un horizonte puramente literario. 

***

―Sigamos. Entraste en lo editorial con El baile de las lagartijas. Premio de Novela Vicente Blasco Ibáñez. Corría el año 2011. ¿Cómo has vivido estos catorce años? ¿Han cambiado mucho las cosas? ¿Dónde piensas que estaremos dentro de catorce años más?

―El otro día le decía a un amigo que, hace quince años, habría sabido qué consejos darle a alguien que quisiera publicar su primera novela. Tenía una ruta más o menos clara: a qué editoriales llamar, qué premios considerar, qué agencias explorar. Hoy, sin embargo, no sabría por dónde empezar. No sabría qué ideas ofrecerle. Todo se ha masificado.

»Desde fuera, el mercado editorial puede parecer un sector muy tradicional, que apenas evoluciona. Pero la realidad, cuando se conoce un poco más de cerca, es distinta. En estos últimos años, los cambios han sido profundos. La digitalización, la autoedición y, sobre todo, las redes sociales han convertido la llamada ingeniería social —la habilidad para construir relaciones, visibilidad y comunidad— en un factor esencial para que un buen agente o editor te tenga en cuenta. Los hábitos de lectura se han transformado; el audiolibro ha irrumpido con paso lento pero firme; y aunque el papel sigue reinando, el ecosistema narrativo ya no es el mismo.

»A simple vista, podría parecer que hay más opciones: más editoriales, más agencias, más premios. Pero también hay más homogeneidad en la oferta, consecuencia directa de la absorción de sellos pequeños por parte de grandes grupos. Y, sobre todo, hay muchos más aspirantes a escritor. Esa es, quizá, la mayor transformación: la escritura se ha democratizado. Internet ha abierto la compuerta y ha saturado los buzones de entrada de editoriales y agencias. El sueño de publicar ya no es minoritario, y eso ha cambiado las reglas del juego. Hoy resulta muy difícil —por no decir imposible— sobresalir en el océano de manuscritos que llegan a diario a quienes pueden dar una oportunidad. Y digo una oportunidad porque no hay opción de construir una carrera si, por la razón que sea, un libro no funciona a nivel de ventas.

»En cuanto al futuro, las predicciones son, por definición, inciertas. Pero también tienen algo de juego, así que juguemos. Te diré que no soy amigo de los apocalipsis cotidianos, sin embargo creo que el mercado editorial tal como lo hemos conocido está a punto de estallar. La irrupción de la inteligencia artificial lo cambiará todo.

»No creo que eso signifique el fin de la literatura. Al contrario: la gente seguirá escribiendo, porque escribir es una forma de entenderse a uno mismo y de comprender el mundo. Seguirán contándose historias —¿acaso esto que te cuento no lo es?—, pero todo lo que rodea al comercio literario está en riesgo de desaparecer.

»Primero caerán los traductores y los correctores de estilo. Luego, los escritores que se apoyan en estructuras previsibles y plantillas narrativas fácilmente replicables; la IA los superará en eficiencia y efecto. Después vendrán los propios editores: una máquina podrá leer quinientos manuscritos en un minuto y predecir cuál encaja mejor con una línea editorial o tiene más posibilidades comerciales. ¿Será falible? Por supuesto. Pero también lo son los humanos. ¿Y qué pensarán los encargados de tomar las decisiones cuando comparen ese margen de error con el ahorro en tiempo y dinero?

»A partir de ahí, el efecto dominó será difícil de detener y, lo que vendrá después, un salto al vacío. Tal vez veamos una mayor concentración editorial como forma de resistencia. Tal vez los autores se conviertan en marcas, encargados de gestionar directamente a su comunidad de lectores. Tal vez accedamos con naturalidad a narrativas no occidentales, del mismo modo que hoy leemos bestsellers anglosajones. ¿Desaparecerá la crítica literaria, reemplazada por algoritmos que recomienden lecturas según nuestro estado de ánimo o incluso el nivel de glucosa en sangre? ¿Se consolidarán los géneros híbridos? ¿Veremos una explosión de literatura autobiográfica, esa última frontera emocional frente a la que la IA, al menos por ahora, tropieza? ¿La lectura se volverá cada vez más visual, fragmentaria y pasiva?

»No tengo respuestas definitivas, pero sí la certeza de que lo que entendíamos por industria editorial cambiará radicalmente. Y que, como en toda metamorfosis, habrá pérdidas y, quizá, nuevas oportunidades.

***

―Sin duda. Sigamos. La mejor de las vidas es tu segunda novela, salió en 2016, han pasado nueve años, han pasado nueve siglos, parece que fue ayer, parece que fue en otro mundo, ¿está cayendo el listón?, ¿está el lector exigente en peligro de extinción?, «¡Qué difícil es / cuando todo baja / no bajar también!», decía Machado, y te pregunto, David, ¿bajamos hoy como siempre o, más que bajar, caemos con la prisa de lo digital?

―Tu pregunta aborda un tema profundo y ampliamente debatido: la evolución del gusto lector y los estándares culturales, y no creo que exista una respuesta categórica en términos de sí o no.

»Es cierto que, en la actualidad, muchas de las obras más populares no exigen demasiado del lector. Los títulos que encabezan las listas de ventas suelen priorizar tramas simples, emociones inmediatas y un lenguaje accesible. En un entorno dominado por lo digital y la competencia constante de plataformas como TikTok o YouTube, la paciencia para la lectura densa o compleja se ha visto notablemente reducida.

»Sin embargo, también es importante no caer en la idealización del pasado. Nunca hubo una época en la que las masas leyeran a Joyce o a Proust. Siempre han coexistido distintos niveles de lectura. Lo que ha cambiado es la visibilidad de cada uno. Hoy, la lectura ligera goza de mayor exposición mediática gracias al marketing, los algoritmos y las redes sociales.

»Vivimos, además, en un contexto donde la atención y el tiempo libre se han fragmentado. La cultura contemporánea tiende a desconfiar de lo intelectual y a privilegiar lo emocional y lo inmediato. No se trata de un juicio moral, sino de un cambio de paradigma: donde antes había prestigio en leer a Thomas Mann o Sartre, hoy lo hay en quien sintetiza y simplifica.

»Como ocurre con otros productos culturales, la lectura también se ha diversificado. Hay más libros, más formatos y más acceso, pero también más ruido. El lector exigente, hoy, debe ser más intencional, más disciplinado y más curioso para hallar lo que busca, en un panorama donde lo comercial suele imponerse sobre lo literario. No está desapareciendo, pero sí necesita resistir, porque leer con profundidad requiere tiempo, método y contexto. Es un ejercicio que, como el físico, demanda esfuerzo, pero fortalece. Nadie empieza con Dostoievski o Faulkner: se entrena el músculo lector, y cada obra leída abre el camino hacia otras quizá más enriquecedoras.

»Por eso, si un libro es realmente valioso y con el aliento para trascender, terminará —eso creo, eso quiero creer— encontrando a sus lectores.

La mejor de las vidas (2016) es la segunda novela de David de Juan Marcos, y aunque han pasado nueve años que parecen nueve siglos, sigue tan fresca como el primer día: «La verdad es que no tengo mucho que contarte. Llegaste tarde. Paseabas con tu bicicleta holandesa a un lado. Tus tacones golpeaban el suelo como gorriones suicidándose contra la ventana. Me sonreíste con media boca. No lo olvidaré. En tu boca lo imposible tenía razones para existir. Agachaste con cierto rubor la cabeza. Tuve el preámbulo de una lucidez: ya no estaba solo en aquella tierra extraña».

***

Sigamos. El ladrón de vírgenes es tu tercera obra y también fue acogida con entusiasmo. Sin embargo, algunos lectores (pocos, supongo) echaron de menos la raya de diálogo. Yo la leí hace ya mucho, pero si no recuerdo mal, la novela contiene más elementos innovadores. ¿Te consideras vanguardista? ¿Tratas de reinventarte en cada trabajo? ¿Miras hacia delante, más bien hacia atrás o un poco hacia todos los lados?

El ladrón de vírgenes es, probablemente, la obra con la que menos me identifico a día de hoy. Incluso he llegado a pensar que no debería haberla publicado, no tanto por un juicio severo sobre su calidad, sino porque con el tiempo la percibo como algo ajeno, como si perteneciera a una etapa o a una voz narrativa que no terminó de cuajar en mí. Curiosamente, para algunos lectores es una de sus favoritas, tal vez por su ritmo más ágil y su estructura próxima a la novela de aventuras. Esa recepción me resulta valiosa y me reconcilia en parte con el libro, pero no modifica la sensación íntima de que esa historia va por un camino distinto al que a mí me interesa como lector y como autor.

»Respecto a la innovación, no me considero un escritor vanguardista. No escribo con la intención de romper con nada ni de imponer una forma nueva de narrar. Mi única preocupación es que cada historia encuentre su manera de ser contada. A veces eso implica experimentar —y fracasar, en muchos casos—, y otras, adoptar sin culpa estructuras clásicas. No busco una coherencia formal entre libros ni una marca de estilo reconocible. Al contrario: cada novela me obliga a empezar de nuevo, a encontrar una voz, un ritmo, un léxico, una arquitectura propia, adecuada a lo que quiere ser y necesita esa historia.

»No miro hacia delante ni hacia atrás de forma programática. Es más bien una cuestión de atención: algunas historias exigen una mirada al pasado, a los modelos que han resistido el tiempo; otras, explorar los márgenes, o lanzarse hacia adelante sin red. Lo importante es que sea la historia la que marque el rumbo. Esa fidelidad me lleva a hacer cosas distintas en cada novela, y también a dudar, a equivocarme, a avanzar lentamente. Quizá por eso tardo tanto en escribir.

Conocí a David en Libros 28. He leído sus cinco novelas. Coincido con él en su apreciación sobre El ladrón de vírgenes. Coincido con él en su visión sobre la Literatura. Conocí a David en 2017, y como dije en algún momento, aunque solo han pasado ocho años, la sensación no es esa, pues siento que ha pasado mucho más tiempo, seguramente porque nuestro universo literario ha menguado, se ha alejado, queda tan lejos aquello que conocimos, y recuerdo que lo presentí, presentí la sombra que se cernía sobre lo literario, sobre nosotros, y ahora, ocho años después, todo es sombra.

La suerte es que lo brillante luce más en la sombra. La suerte es que los escritores sacan lo mejor de sí mismos cuando las condiciones son adversas. La Literatura parece condenada, sí, pero la suerte es que nosotros, como individuos, aún tenemos una oportunidad.

 

El diluvio anónimo (citas)

 




A propósito de

El diluvio anónimo

 

«Cuando abres un libro de PL Salvador no sabes lo que te vas a encontrar, el registro del autor es muy variado y su estilo muy particular, pero tienes una total garantía de encontrarte una obra de calidad que te hará pensar a la vez que te entretienes».

Maite Gil

«He llorado con y sin lágrimas, de emoción principalmente, porque no es una novela romántica, pero sí está impregnada, a mi entender, de la esencia del romanticismo de Bécquer».

Dolors Polonio

«Un escritor que no busca la fama, ni el número de ventas, busca su placer literario y el placer del lector».

Raquel González

 

«No debe ser fácil encontrar esa forma de narrar en la que no sobre ni falte, en la que moldear la escritura para conseguir que el lector quede atrapado hasta el final».

La Isla de las Mil Palabras

 

«Una historia, compleja como todas sus obras, reflexiva, intensa y con una estructura original». 

El Txoco de Iñaki

«Como toda obra de PL Salvador, ésta posee una gran cantidad de reflexiones que hace que el lector se sumerja en ellas para intentar conocer mejor su propia vida (y mejorarla)».

Las lecturas de Óscar

«Si me preguntas de qué va, te diré que es una novela gótica, sentimental, futurista, histórica, por calificarla de alguna manera. Ya sé que no te soluciono nada, por eso lo único que puedo decirte es que la leas».

La senyoreta Buncle

«El estilo es muy especial; frases cortas, párrafos en apariencia sencillos, pero con pensamientos demoledores por lo que transmiten. Es la primera vez que uso banderitas para leer un libro y el lomo se ha convertido en una convención de la ONU con tantas marcas».

Libris: retos y lecturas

«Hay muchas frases que piden dos lecturas y un poco de reflexión. Salvador domina la escritura, qué duda cabe. Cuando lees sus libros te das cuenta de que estás leyendo algo bueno, algo bien escrito (y bien corregido, por cierto). Y, sin embargo, también estás leyendo algo entretenido, fácil de leer, ameno».

Libros que hay que leer

«He encontrado la prosa de P. L. Salvador más precisa y cuidada que nunca, cual orfebre de la palabra. Más filosófica y reflexiva (aunque esto ha sido siempre) y más original que nunca. He disfrutado de las técnicas literarias con las que nos ha brindado».

1000 y un libros y reseñas

«Una novela sobresaliente que desafía convenciones, traspasa géneros y ofrece una experiencia única y enriquecedora a los lectores inquietos que entienden que la literatura ha de continuar su evolución, y ayudarnos con la nuestra».

El Yunque de Hefesto

«PL Salvador se consagra como uno de los mejores escritores actuales con una creación novedosa, aunque sin dejar de ser fiel a sus constantes».

El Blog Aurisecular

 

Puedes encontrar los enlaces a estas reseñas en la pestaña de 

El diluvio anónimo.

 

El diluvio anónimo (fragmento)

 



Arribar a Barcelona, ir a la editorial y conseguir el teléfono del agente de Zora es todo uno. Visto y no visto. Como relámpagos, vamos, cuando salimos del aeropuerto. Mat se ríe. Coger un taxi, darle la dirección, apearnos al cabo de media hora y asaltar el edificio. Para describir nuestro sentir, baste decir que rebosamos euforia. A ver quién nos detiene ahora, dice nuestro decidido talante.

¿Las señas de Zora Nerva?

Sí, un momento.

Y al segundo:

Tengo el teléfono de su agente.

Ya en el hotel, refrescarnos un poco y marcar el número. Tardan en contestar. Mira que si ahora no lo cogen, susurra para sí mi hermano. Nosotros, los Munt, que siempre nos hemos caracterizado por nuestra flema, temblamos ahora ante la posibilidad de que el sueño que estamos acariciando se nos escape de entre las manos como agua de lluvia. Tememos que, después de todo, ella sea tan normal como los demás y que, al final, todo acabe con un despertar a la cotidiana realidad. Nos preocupa, en una palabra, perder la esperanza, la fe. Y que papá siga solo.



El diluvio anónimo (lectura de Dolors Polonio)

 


El diluvio anónimo es la primera novela (y no será la última) que leo de PL Salvador.

Leí las primeras páginas y ya noté una vibración, una energía que se introdujo en mi interior. Necesitaba saborear las frases, degustar las palabras y la manera en que las conectaba el autor. Leer El diluvio anónimo para mí ha sido sentir el acompañamiento de fondo de una melodía, una prosa poética donde la armonía y la delicadeza han estado presentes en toda la lectura.

¿Qué tipo de novela es? No lo sé. A veces rozamos la obsesión ante la necesidad de clasificar todo lo que tenemos delante. Evidentemente es narrativa, y presenta matices o elementos no sé si llamarlos de ciencia ficción o en la frontera de la "normalidad" pero es tan, tan real que lo imaginas como posible si permites que tu parte racional sueñe.

Está bañada de crítica implícita y explícita hacia nuestra sociedad, es como una llamada o una búsqueda de la inspiración en una futura evolución hacia una Humanidad más humana. ¿Es eso una utopía? Yo creo que no, pero tenemos que decidir caminar hacia ella sin miedo ni prejuicios.

Es un libro que incluye otros libros. Hay una historia principal que nos presenta la vida de Zora, una chica que toma consciencia de su especial "aptitud" y que mantiene su premisa de que hay alguien en la Tierra que es como ella y, por tanto, lo ha de encontrar.

Cada capítulo representa una etapa o edad de la protagonista y entre ellos el autor introduce relatos que en sí mismos podrían ser libros conclusivos pero que están conectados con la trama principal.

No quiero revelar más de la historia, es que creo que no os puedo robar el placer de leerla casi a ciegas.

Ha habido momentos que mi espiral interior se expandía de tal manera que me oprimía la caja torácica y ... buff... tenía que cerrar los ojos y respirar profundamente. He llorado con y sin lágrimas, de emoción principalmente, porque no es una novela romántica, pero si está impregnada, a mi entender, de la esencia del Romanticismo de Bécquer.

Leer esta novela es estar dispuesto a que su energía conquiste tu interior, a dejarse llevar, a sorprenderte con momentos que pasan de la realidad cotidiana a una presencia fantástica incluso diría futurista o espacial, y a seguir leyendo como si fuera lo más normal y coherente del mundo. Porque ese, para mí es otro de los dones de PL. Salvador, la capacidad de normalizar un texto que a manos de otros podría valorarse como extravagante (deliciosamente diferente).

Leed este libro, por favor, pero resiguiendo el trazado de cada una de las letras con la mirada. Entonces, posiblemente podáis entender la conexión que noto tan sólo con observar la portada y que no sé si he sido capaz de expresar en palabras.



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Verano de 2023

 



8 de julio de 2023

 A principios de año publiqué Nocturno de Calpe. Sigue la estela de Neel Ram. Contiene tres novelas cortas que se podrían haber publicado independientemente. Contiene también mi autobiografía literaria, que ha suscitado sensaciones de todo tipo.

Ahora estoy revisando El diluvio anónimo. Mi intención es publicarla en 2024, pero tengo otras obras inéditas y será el destino quien decida. Las editoriales gordas siguen ninguneándome. En un mercado donde lo que interesa es la cuenta de resultados, es consecuente porque no soy un superventas.

Las editoriales (gordas y flacas) han de batallar hoy con un público lector que no entiende de sutilezas, un buen libro no es garantía de nada mientras que un autor mediático lo garantiza todo. Se acabó el romanticismo, o no, quién sabe, ¿alguien sabe algo en estos días?

Nocturno de Calpe (Aurisecular)


 

Puede que PL Salvador constituya una isla dentro del panorama literario pero no cabe duda de que Nocturno de Calpe es un archipiélago de cuatro novelas que tienen un origen común, la actitud del autor. Esto puede llevarnos a pensar qué es real y qué ficticio. Es lo de menos. El autor es capaz de reinscribir una idea en su memoria para, de forma metonímica, mostrar lo universal en la individualidad del personaje que habla; su fragilidad es la de todos.

Este es el origen. La actitud de PL Salvador en Nocturno de Calpe, la de Salvador en Quince mil, la de Gapp en A solas con Nastunye, la del protagonista innombrable de Lo inasible son las que el autor mantiene durante más de 60 años en su vida: el aprendizaje, la búsqueda de la felicidad a través de un trabajo que satisfaga y de un amor que nos complete. Esta es la magia. Podemos leer diferentes novelas del autor y adivinaremos que es él quien está detrás, y lo adivinaremos libre para continuar escribiendo en su tabula rasa y para hacer tabula rasa en la vida y seguir adelante.

En la tetralogía, Salvador interioriza el proceso de escritura; parte de un detalle real para abrir un mundo ficcional en el que aparecen sus limitaciones y en el que desaparecen los convencionalismos literarios, de esta forma el personaje habla con un autor que es, a la vez, personaje; asimismo, al mismo tiempo que los elementos narrativos, se transgreden los signos ortográficos, con lo que el lenguaje se desestabiliza. Es la rúbrica de Salvador con la que se autoconoce en su proceso de escritura. Lo interesante es que también los lectores conectamos con nosotros mismos durante la lectura.


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La ruta imprevista

 


Seguimos la ruta prevista. Escribimos. Pero para nosotros. Publicamos. Pero en pequeñas editoriales. Vendemos. Pero poco. Vendemos poco y con esfuerzo. Vendemos poco, pero lo suficiente para que nos vuelvan a publicar. Nos buscamos la vida. Nos pagamos el vicio.

La ruta prevista es, obviamente, imprevisible. La ruta prevista se ha simplificado. Ya solo nos interesa disfrutar escribiendo. Ya solo nos interesa vender nuestra mercancía para seguir publicando. Ya solo nos interesa lo que siempre nos interesó y ya solo ahí buscamos cobijo.

Pienso de nuevo en esa ruta prevista que era sencilla y que lo editorial corrompió. Pienso que al final todo confluye en la corriente original. Pienso que si no te vendes, no te compran, y pienso también que vender y comprar son las armas de lo editorial y los enemigos de la Literatura.

Cesia (lectura de Esther)

 




Hay comentarios que rezuman sinceridad. Los lees y te dices que sí, que lo que te están diciendo te lo están diciendo como lo sienten. Es lo que me ha pasado con las sensaciones de mi amiga Esther al respecto de La prodigiosa fuga de Cesia.  

«Querido amigo,

Te doy mi más grandísima enhorabuena por tu novela. He pasado tres semanas enganchada a sus personajes. Deseando que llegara mi rato para reencontrarme con ellos y ralentizando mi lectura para que no se acabara (me pasa siempre con los libros que me gustan). Pero ya hoy me ha sido imposible retardarlo más y, enamorada de Jairo y en la piel de Cesia, me ha llegado el momento de llegar al fin de la historia. Te aseguro que los voy a echar mucho de menos. Idea genial, original, con mucho ritmo y fantásticamente escrita. Personajes entrañables que te enganchan desde el principio y te tocan el alma. Sencilla de leer y muy profunda para el que quiera “comprehender”.

Acertaste, PL Salvador, ¡me ha encantado!

Te envío un gran abrazo y espero ir prontito a Calpe para darte otro personalmente y que me la firmes, claro!!

Con mucho cariño, Esther».

 

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Certamen Martín Fierro de Denuncia Social

 


22 de octubre de 2021

He ganado el III Certamen Martín Fierro de Denuncia Social. Es un premio modesto pero premio al fin. En estos tiempos, cuesta mucho ganar un premio. La realidad editorial es cada vez más cruda. La realidad literaria sigue siendo la misma de siempre. Lo que ha cambiado es lo editorial. Y los premios respaldados por una editorial están dentro de esa realidad cruda. Empecé con Pez de Plata, continué con Última Línea y ahora toca Distrito 93. Es como si el camino estuviera trazado. Así lo siento. Lo dijo el responsable del blog Ni un día sin libro y va a ser verdad. Buscaré sus palabras. Enseguida vuelvo. Aquí las tengo. Las copio.

«A veces tengo la sensación de que no hay un plan, de que su obra se va armando a base de impulsos basados en la carencia de complejos, y eso, como todo talento natural, no vale la pena controlarlo, para que brote el genio cuando tenga que brotar. Sin embargo, en otras ocasiones pienso que Salvador tiene un gran plan, y que todo está escrito, nada es improvisado. Cada novela nueva encaja con todas las demás, y algún día lo entenderemos todos todo».  

Me gusta mucho la manera que tiene este hombre de entender mi literatura. Hay magia entre nosotros. Fue el primero en encontrarme, el primero en reseñar Nueve semanas. Me entendió enseguida, y seguimos. Escribir para lectores como él es lo más. Y tengo varios. Y varias. Soy afortunado.

Muy afortunado.

 

 

Neel Ram (Pablo Fraile)

 



«Neel Ram», el último libro de PL Salvador, es en realidad un tríptico. Contiene tres novelas cortas que pueden leerse de manera independiente, pero que ganan siguiendo el orden propuesto por el autor. Porque en «Neel Ram» no hay nada al azar, y el estilo de Salvador rebasa la sintaxis o el léxico elegidos, los límites que otros autores y autoras suelen trazar, para extenderse por el libro hasta alcanzar una estructura propia, original e imposible de exportar: una especie de matrioska en la que cada capa refleja la anterior, pero que a la vez varía, ofreciendo tonos muy distintos: desde el humor inicial, con personajes que conocen su condición, hasta el 'remake' del final —un viaje onírico con la lógica de las pesadillas—, pasando por la historia de ¿autoficción? que da nombre al conjunto: vampiros vírgenes, distopías escritas a cuatro manos, tres versiones distintas del escritor, la secuela esbozada de «2222», perros que no tienen dueño, un nombre de mujer en el espejo: «Neel Ram» es eso y también más, lo que toda literatura debería ser: un juego, que no sirve para nada y a la vez mitiga todo.


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Neel Ram II (El Yunque de Hefesto)

 


“Escribo para mi musa, me dijo hace muchos años. Empecé sin ella, no sé cómo, pero mis mejores obras las he escrito para ella”

 

Hay personas destinadas, no solo a conocerse, sino también a amarse. En cualquier circunstancia y situación. Seres que albergan un sentimiento mutuo puro y sincero que va más allá de la mera atracción sexual, el interés o la satisfacción de algún tipo de necesidad. Un afecto imperecedero que se mantiene aletargado hasta que el destino les permita encontrarse. Cuando eso suceda, cuando se avive la llama, ya nada podrá apagarla. No importa si ese día llega en el momento justo o demasiado tarde. La vida es larga y, aunque hasta en el más ideal de los mundos posibles surgen dificultades, si se sabe esperar y se valora más lo que se tiene que lo que falta, el viaje puede ser maravilloso.

 

Rod Avlas es un escritor que, como la mayoría de los de este país, debe desempeñar otros oficios para subsistir. Cuando visita una pequeña localidad como operario de mantenimiento conoce a Neel, su lectora más fiel. Una persona inteligente y segura de sí misma que le declara su admiración y se confiesa enamorada de sus obras. La joven cree (y no se equivoca) que todos los libros que ha escrito hablan de una misma mujer con distintos nombres. De la Musa que aún no ha encontrado, pero sí imaginado. De ella. 

Rod, sorprendido, intuye que es cierto y que siempre la ha estado buscando. Pero Neel no solo está casada y es madre, sino que además adora a su marido.

 

Juguemos. Unamos los nombres y démosles la vuelta. 

Rod Avlas. 

Y ahora, Neel Ram. 

Exacto, tenemos Salvador y Marleen. Sí, son el autor de esta historia y su esposa. Personas reales en un mundo sin narrador. 

La novela arranca en 1993, año en que se conocieron, pero en una realidad totalmente diferente. Una soñada por el escritor levantino que, aunque no le pone las cosas fáciles a su alter ego, sí le permite (a él, al Escritor tras el escritor) tomarse la revancha de las desilusiones literarias que se ha llevado a lo largo de su vida. Y hacerlo, además, apoyándose en las alegrías que sus auténticos lectores le han dado. Pero este universo alternativo le concede, sobre todo, la posibilidad demostrar que en su vida solo hay sitio para una mujer. Que así es, así debe ser, y así será. Y eso no cambiaría en el caso de que no pudiese estar junto a ella. 

 

Esta segunda parte de la trilogía (a la que da nombre, y que ha sido publicada en un solo volumen) es, en apariencia, otra travesura del mismo estilo de su antecesora. Una historia cuya autoría se disputan el novelista de carne y hueso, y su personaje de El vampiro virgen.

Los diálogos, ágiles, frescos y divertidos, transmiten la esencia de cada uno de sus protagonistas haciendo, al igual que en la vida real, innecesaria la presencia de un narrador. Y como en toda mascarada que se precie, hay truco. Rod es el escritor al que se le terminará concediendo el reconocimiento que a Salvador aún no le ha llegado. Un hombre casi ideal al que todos admirarán. Pero cada alabanza, cada uno de los muchos elogios que se le dedican, están lejos de ser un vano ejercicio de egolatría. Todos, del primero al último, han sido escritos por lectores reales entre los que orgullosamente me incluyo y, por tanto, han sido robados del mundo donde pocos le han leído aún.

 

Pero Neel Ram es, ante todo, una declaración de amor a Marleen. Una declaración auténtica, profunda y espiritual. La revelación de un sentimiento que, como decíamos al principio, va más allá de la dimensión física. Salvador le está confesando en estas páginas que siempre la ha querido y que siempre la querrá. Que sus libros son las hijas que Ella le ha dado. Que en Ella encuentra su inspiración y su fuerza. Que así es en esta vida y así sería en cualquier otra.

 

¿No os dais cuenta de que hay que leer a PL Salvador al menos una vez en la vida? Es valiente, original, divertido, y capaz de reescribirse a sí mismo. Y si no me creéis, esperad. Muy pronto os hablaré de la última parte de esta trilogía y comprobaréis que no tiene ningún miedo a seguir Nadando Contracorriente.


Texto original

Neel Ram I / El vampiro virgen (El Yunque de Hefesto)

 








No es descabellado pensar que la auténtica literatura es similar a la auténtica alquimia. Es arte y es ciencia. Implica un aprendizaje lento, arduo, y demasiado asociado al método "ensayo-error" como para que quienes no tengan una profunda necesidad de conocimiento, la desarrollen durante mucho tiempo. 


Algunos se acercan a la literatura (a la alquimia espiritual), buscando transmutar el plomo en oro. Desean un rédito rápido y siguen sendas iniciadas por otros. Pocos lo consiguen. Pero esa transformación del metal, ese éxito (tal vez fortuito), hace que dejen de buscar, de innovar. De aprender.

 

Puede que los “afortunados” que logren triunfar rápidamente nunca comprendan la auténtica conexión del alquimista con el cosmos, del escritor con su obra. Algunos despertarán algún día advirtiendo su error, asumiendo que son meros ilusionistas. Que la piedra filosofal no tiene relación alguna con cuentas bancarias, con récords de ventas, o con popularidades en redes.

 

PL Salvador es un alquimista. Un verdadero alquimista. De los que escriben por amor y por necesidad (vital). De los que aprenden de sus errores y no se detienen hasta encontrar un estilo propio. De los que saben que el oro no es el objetivo y destilan, y depuran, y pulen, y vuelven a destilar los elementos en un ciclo casi interminable hasta que advierten que todo el proceso, en realidad, se desarrolla en sentido contrario al esperado. Hasta que son conscientes de que son ellos (los alquimistas, los escritores) la auténtica materia en constante cambio y purificación.

 

Cuando la depuración interior (la catarsis creativa) se ha completado, adquieren un poder asombroso. No el de la vida eterna como piensan los que suelen conformarse con el oro, sino el de LA VIDA con mayúsculas. Porque logran, tras años de decepciones y esfuerzo, la capacidad de otorgar a sus personajes esencia e inteligencia, de rozarlos con un dedo y animar sus corazones (sí, el Dios que retratara Miguel Ángel en la Capilla Sixtina era, sin duda, escritor). De hacer que sus creaciones le amen y le adoren reconociéndole como su hacedor. Sin embargo, prácticamente ningún otro autor-alquimista ha decidido devolverles ese amor yendo al mundo que para ellos ha concebido. Casi ninguno ha querido o podido ser omnipresente. Ser autor, creador y personaje. Tan solo el Rey de todos ellos: PL Salvador.

 

¿No entendéis mi discurso? Dejadme entonces que os hable de El vampiro virgen, la primera de las tres novelas cortas que componen Neel Ram.

 


La literatura está en el centro del universo de Dad, un hombre entrado en la treintena que sueña con ser escritor y amo de casa. No desea otro empleo. No es vago, torpe ni perezoso, simplemente sabe lo que le hace feliz. Ha autopublicado dos novelas bajo el seudónimo de Bloss Ñejer, un personaje canalla y divertido creado por PL Salvador en Nueve semanas (justas-justitas), y estas le han reportado excelentes críticas y ningún beneficio. Cuando se encuentra trabajando en una nueva historia, sus padres deciden echarle de casa. 

Dad no se hunde ni se deprime. Ni siquiera tras el fallecimiento de su abuela, la única persona que le comprendía y aceptaba. La libertad que le confiere sentirse rechazado le impulsa a viajar sin rumbo, buscando enriquecerse y acumular experiencias que le ayuden a escribir mejor. 

 

El vampiro virgen es metaliteratura pura y perfecta. Una obra en la que su principal protagonista (Dad), engendra a Kewo, su alter ego cincuentón, mentiroso y maniático; un triunfador a los ojos de los demás (aunque a la deriva en lo esencial), que busca en Min su contrapeso vital. Porque Dad intuye que así ha de ser, que él estará perdido si no encuentra a su musa. Al fin y al cabo, su admirado Salvador encontró a Marleen...

 

PL es el alquimista literario que, como os decía al principio, ha terminado por alterar su propia naturaleza a través de las letras. Su amor por la narrativa le ha hecho enfermar del mismo mal que padeciese El Quijote, pero con una variante mucho menos peligrosa. No confunde la realidad con la ficción, sino que se mimetiza con esta. Se inserta en ella transformándose en personaje e influye, como amigo y no como un dios, sobre quien creó a su imagen y semejanza.

 

Estamos ante una obra innovadora, ágil, divertida y autorreferencial. Una travesura creativa en la que desde la estructura hasta el empleo del lenguaje son geniales: no hay narrador, solo diálogos y pensamientos que no necesitan de guiones ni aclaraciones para ser entendidos. PL Salvador se convierte en lo que más ama. En literatura pura. Y eso le da la oportunidad de tomarse la revancha de aquello que no le fue concedido, de corregirse a sí mismo, de homenajear veladamente a sus amigos, y de nadar contracorriente.

 

Esto es todo lo que os diré de El vampiro virgen y espero que no hayáis entendido nada. Porque para entenderlo hay que vivirlo. Y para vivirlo hay que leerlo. Así que aquí termino con la primera parte de las tres que conforman esta obra. De la segunda, llamémosla Neel Ram II (Neel Ram), os hablaré muy pronto. Aún sigo saboreándola, pues se trata de la declaración de amor más original que os podáis imaginar.


Texto original

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