2222 (Blog literario Ni un día sin libro)


Definitivamente, P.L. Salvador me ha vuelto a dejar con la boca abierta. Ya os conté mis impresiones con Nueve Semanas. Un libro rupturista en fondo y forma, una lectura que se coló en nuestro blog casi sin darnos cuenta y se ha convertido ―por la cercanía de su propuesta con nuestra forma de entender la literatura ― en uno de esos libros que aparecen en nuestras conversaciones con amigos cuando queremos descubrirles nuevas fronteras como lectores.
Y ahora, sin previo aviso, sin ni siquiera un año para coger aire, nos llega 2222, el nuevo libro de P.L. Salvador, de la mano ―de nuevo― de la editorial Pez de Plata.
Discurso narrativo propio.
Como lector prolífico y muchas veces desdoblado (varias lecturas simultáneas, la necesidad de seleccionar bien los libros leídos por aquello de la finitud del tiempo) valoro mucho al escritor con discurso narrativo propio. Y eso se tiene o no se tiene. El que trata de tenerlo sin encontrarlo corre el riesgo de convertirse en un imitador o en un alma errante sin horizonte literario. Aunque no conozco la obra anterior de Salvador, sospecho que ese discurso rotundo e inconfundible que tienen Nueve semanas y 2222 viene con él desde hace mucho tiempo. Hay pocos autores que con unas pocas líneas sea sencillo identificar, esos cuya firma se hace innecesaria porque lo que escriben les define. P. L. Salvador pertenece a esa raza en extinción.
¿Qué es 2222? 
En poco más de cien páginas (otro signo de distinción, no tener que justificar una historia con centenares de páginas vacías de contenido, de esas que tanto abundan) el autor nos presenta un mundo distópico en el que la sobrepoblación y la falta de sensibilidad ha acabado con el mundo tal y como lo conocemos ahora. Un grupo de habitantes se propone empezar de cero. ¿Cómo? Pues como solo comienzan de verdad las puestas a cero: reiniciando y eliminando lo que sobra. Y empezar de nuevo, con el grupo que una clase selecta ha elegido y que pretende volver a lo esencial, a los orígenes.
¿Solos o acompañados?
En este mundo futuro las creaciones artificiales son casi perfectas, y los androides son seres tan humanos que cuesta distinguirlos de los que realmente lo son. Ellos también formarán parte de esta revolución. La paradoja (comenzar desde el origen junto a una de las consecuencias que el grupo trata de evitar) está servida.
Relato polifónico.
Igual que en Nueve semanas, el relato de 2222 nos llega de forma singular, a través de los diarios de algunos de los protagonistas. Estos relatos en primera persona se suceden como si de un testigo en una carrera de relevos se tratase. El (los) narrador(es) asumen la responsabilidad de transmitir al lector la crónica de lo sucedido, sin que este note discontinuidades narrativas o temporales. Nos quedan las sutilezas que deja el cambio de narrador, y el efecto mágico (y onírico) que estas producen.
La fuerza de un paréntesis.
P.L. Salvador usa, abusa, retuerce y estruja los paréntesis que componen la historia. Es difícil no sonreír al encontrarse con los paréntesis en las lecturas del autor (en 9 semanas eran un protagonista más del relato). Sin complejos y sin medias tintas, los paréntesis dejan de ser dos signos de puntuación que aclaran un aspecto accesorio de la historia para convertirse en los verdaderos guardianes de la parte interesante de ella. No sé dónde ha aprendido el autor esta técnica, pero en esa hipotética academia él debería ser el catedrático.
Imagina un mundo mejor. ¿Qué añadirías? ¿Qué quitarías? Piénsalo bien. 
Así comienza la historia y esa pregunta se repite (la repiten algunos de los protagonistas a lo largo del libro. Más profunda de lo que parece en ocasiones, la pregunta viene hacia nosotros como un boomerang y nos plantea a qué estaríamos dispuestos a renunciar si de esta renuncia dependiera el fin del mundo.
¿Cómo te imaginas en el futuro? 
Y eso es precisamente lo que hace el autor, imaginarse en el futuro, dentro de doscientos años. No él en estado físico, sino su legado en el mundo: su música, sus libros (hasta los que no ha escrito), sus descendientes. Metaliteratura en estado puro. En la historia  se cuela hasta un  relato real del autor, El retraso, un relato de un libro de Salvador del año 2000, una joya de relato, por cierto, un relato que es parte de la ficción, leído por uno de los protagonistas. Reminiscencias quijotescas que hacen un poco más grande el libro.
De nuevo, el hombre como creador de vida. 
Y regresan a mi memoria, para unirse a este 2222 (o para unirse él a ellos) maravillas como Blade runner, WestWorld, Black Mirror, Inteligencia Artificial. O el padre de todos ellos, aunque no todos quieran reconocerlo, el gran e inimitable Pinocho.
Descubrir a Prolýmbux. 
Y en la línea de las obras transversales de las que os he hablado en algunas ocasiones (como ejemplo reciente, nuestro querido El EfectoMidas) tenemos la música de Prolymbux, grupo del que P.L. Salvador es guitarrista e ideólogo. Una música que pareció creada (muchos años antes) para este libro. Un descubrimiento más en esta obra que apunta muy alto en el horizonte de las obras que marcan el futuro y la pervivencia de la literatura y del arte en general.
Sin duda uno de los libros del año. Un autor a seguir muy de cerca (redundante, porque ya lo era). Felicidades al autor y a la editorial, porque merece una mención especial Pez de Plata, por el impresionante trabajo realizado.
Salvador, un lujo leerte y ser tu amigo. Poder leer y recomendar tu libro me hace sentir un privilegiado, porque como en la historia de 2222, yo también imagino un futuro donde eres uno de los escritores que allá por 2017 escribió un libro que puso un granito de arena para construir la literatura del presente. Del presente del futuro que deseo e imagino.



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