P.L. Salvador forma parte de
ese grupo de autores que estoy casi segura de que no hubiese conocido de no ser
por la existencia de este rincón en la blogosfera. Hay autores que tienen tanto markéting detrás
que de un modo u otro acabas oyendo hablar de ellos (aunque no quieras o no te
interesen, pero ese es otro tema), pero otros
escritores llegan a tu ámbito lector por circunstancias concretas y especiales,
y ahí se quedan para siempre.
¿Cómo os explico de qué
va La prodigiosa fuga de Cesia? Porque cuanto menos sepáis, mucho mejor. Cesia es una psicóloga de cuarenta y cinco
años a la que las cosas no le van bien. La crisis se ha llevado los
pacientes de su clínica, está sola porque no le han quedado amigos tras su
divorcio, apenas tiene recursos, sufrió un accidente que la dejó coja, no
encuentra trabajo... su salida es
la escritura, escribe de manera compulsiva, son varias las novelas
(premiadas, pero no publicadas) que ha escrito en los últimos años. Y decide comenzar otra novela, una novela que
le sirva como vía de escape, una novela en la que lo dé todo... absolutamente
todo, aunque ella misma no conoce todavía el alcance de esa entrega.
Así nos introducimos en la
novela que escribe Cesia y que da comienzo en 1960 con la prostituta Eva como
(primigenia) protagonista. Esta primera parte, desgranada a capítulo por
año sin saltarnos ni uno (cincuenta años en cincuenta capítulos cortos) nos va
acercando hasta el 2010, año en que Cesia está escribiendo la novela. Y al mismo tiempo que nos acercamos en la
ficción al presente real en el que vive Cesia, también nos encontramos
capítulos ambientados en ese propio presente real en los que la ficción se
cuela de la manera más insospechada. Y luego la historia continúa de
manera lineal a partir de 2011, que constituye la segunda parte del libro. No
puedo, ni quiero, ser más explícita, porque en esta historia la nula
anticipación lo es todo.
Y es que si por algo destaca
la obra de Salvador (al menos la publicada, la que conocemos sus
lectores) es por la vuelta de
tuerca con que suele implementar el giro metaliterario en sus historias,
porque además en cada uno de sus libros lo hace de una manera diferente, con lo
que en cierto modo esperas la
metaliteratura pero nunca sabes de qué modo va a jugar con ella ni
hasta qué punto va a ser importante en la historia. En La prodigiosa fuga de Cesia resulta
imposible determinar esa importancia porque es literatura sobre literatura dentro de literatura en su máxima expresión,
y el lector debe zambullirse en esa marabunta de engarces y eslabones sin saber
lo que le espera ni atender a prevenciones que valgan. Perdería toda la
gracia, la capacidad de sorpresa, el as bajo la manga.
¿Qué pinta Cesia realmente
en todo esto? Pues la artífice (ficticia) de toda esta ingeniería argumental no
es en absoluto el epicentro de la misma, porque en esta fuga hay muchos protagonistas
que se van repartiendo palos, andanzas y supervivencias varias. Ahora, si me
obligáis a apuntar con el dedo y elegir
al estandarte de esta historia, sin duda señalo a Jairo, el hijo de la
Eva prostituta y enfermera de película que vive enamorada del hombre que un día
será su vástago: Jairo es el que
supura y respira por cada una de estas páginas, el que rasca y aporrea el
argumento en busca de algo que ni él mismo acierta a definir mientras reparte
abrazos y colecciona errores de esos que se pagan con sangre, cicatrices y mala
suerte.
De todos modos, ya digo que son muchos los personajes que viven sus vidas
en estas páginas. Quizás por eso el autor no se resiste a incorporar ese
listado de personajes que siempre gusta de añadir al comienzo de sus novelas,
pero sinceramente es un listado que al menos yo no he consultado en toda la
lectura porque estos personajes
respiran individualidad y se definen por sí mismos y sus acciones en todo
momento. Con ellos nos adentramos en el mundo de la drogadicción, la
delincuencia, la prostitución, en el espectáculo de vidas truncadas por el azar
más estúpido y de vidas confusas por elecciones estrelladas. La España
de los años sesenta da paso a la Valencia de la democracia que disfruta de los
desenfrenados y libres ochenta y se ahoga en unos noventa en los que pintan
bastos y hay que reinventarse como sea. Recorremos a pie de calle el devenir durante décadas de la sociedad
española a golpe de ilusiones y espejismos, jeringas y valiums, muerte y
resurrección.
Y por medio de todo esto la
literatura como vía de escape, como forma de expresión elemental y primitiva,
como nutriente que condiciona la existencia del autor. Llega un punto en que
los límites entre la realidad y la ficción se desdibujan no solo para Cesia, la
autora de la novela, sino para los propios personajes que ella crea y que
luchan por encontrar el sentido a su creación y a las cosas que les
ocurren. Parece como si cada uno
de ellos quisiera descubrir su auténtica realidad explorando límites que solo
la ficción es capaz de dibujar pero de la que al mismo tiempo se ven capaces de
escapar. La prodigiosa
fuga de Cesia es un
libro que se enrosca sobre sí mismo, que contiene vidas dentro de otras vidas y
que expone a una autora que cuenta su propia historia dentro de otra historia
hasta el punto de perderse en ella y encontrarse. Y mientras llegas a
ese final que lo comprende todo, que es simplemente perfecto lo anticipes o no,
ves el trabajo de muchos años y la
genialidad de la diferencia y la valentía.
La prodigiosa fuga de Cesia es
una obra notable, muy recomendable, diferente (como todo lo que escribe este
autor) y con unos personajes
potentes y sinceros sobre los que destacan, porque no puede ser de
otra manera, Jairo Espínola por un lado, y Cesia por otro. Metaliteratura edificada con ladrillos que
ajustan como un guante y realidades que se pierden en ficciones que resultan
mucho más interesantes conforme van ganando terreno. Todo ello contado
de ese modo que resulta fluido y sencillo en apariencia pero que sabes
(imaginas) que esconde y necesita mucho trabajo para conseguir, precisamente,
esa elocuencia.
La sensación que me queda cada vez que cierro un libro
de P.L. Salvador es la
de que este autor tiene tanto por contar como vidas quizás ha vivido, y
que hace gala de una forma de
abordar su obra tan personal, artesana y auténtica que resulta imposible
anticipar cómo será su próxima novela. Si tras leer Nueve semanas (Justas-justitas) o 2222 alguien tuviese la tentación de
encorsetar su estilo narrativo dentro de unos parámetros determinados,
comprobaría que con La prodigiosa fuga de Cesia el propio
autor le da una patada en el culo a esa idea. Igual que hay autores de los
que sabes siempre qué esperar, hay otros que enarbolan la bandera de lo incógnito y que te sorprenden por
su forma de forjar personajes y esculpir historias. No tengo ni idea de qué esperar del próximo
libro de Salvador, y eso es algo que me encanta.
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