“Un libro muy bien documentado”

 



“Un libro muy bien documentado”. Lo pones así, entre comillas, en el buscador de Google y te salen unos cien resultados. Es raro que una frase de cinco palabras genere tantos resultados. Obviamente, hay muchos libros muy bien documentados.

Pero ¿cómo saber cuándo un libro está “muy bien documentado”? Obviamente, para saberlo es necesario saber tanto como el artífice del libro. Pues si no conocemos la información de la que hace gala, no podemos saber si lo que cuenta es verdad o mentira.

O sea, que solo puedes decir que un libro está bien documentado cuando sabes a ciencia cierta que dicha documentación es fidedigna. O sea, que si no lo sabes y lo dices, no sabes lo que dices, no sabes si estás diciendo una verdad o una mentira.

Es peligroso dar por cierto lo que otro dice. Es peligroso también creer que es cierto todo lo que otros escribieron. Los narradores de otros tiempos no eran ecuánimes. Ningún narrador lo es. La realidad, no nos engañemos, es que no hay ni ha habido ningún narrador fiable.

La historia está escrita, pues, por narradores no fiables. Profundicemos en esa no fiabilidad. Soy orfebre, y siempre que aparece la orfebrería, ya sea en una película o en un libro, se equivocan. Y se equivocan de lleno. No dan una.

Supongo que es así con todo. De manera que dejad ya el asunto. Si no lo sabes, no lo digas. No te fíes del escritor. No te fíes de la historia. Además, la literatura es otra cosa, qué más da lo que te cuenten, de lo que se trata es de contarlo como nadie lo ha contado.

Por otro lado, cuando alguien piensa que un libro está muy bien documentado, lo piensa porque el autor se lo está demostrando de la única forma que puede demostrarse, esto es, vertiendo en la historia todo lo que ha aprendido, y como bien decía Alessandro Baricco:

«Hay pocas cosas más penosas que dejar que en un libro aparezcan los rastros de todo lo que se ha estudiado. Me atrevería a decir que estaríamos al nivel de esos tirantes de plástico transparente que ponen en algunos sujetadores».

“Un libro muy bien documentado”. Recuerdo que estuve meses documentándome para escribir la Autobiografía novelada de Emilio Nerva (El diluvio anónimo). Conseguí tres libros gordos sobre la Valencia de principios del siglo XX y me los leí enteritos. El solo hecho de leerlos ya me inspiró, y entiendo que esa inspiración es también documentación.

Confesaré que en la primera versión de la obra vertí demasiados datos, si se hubiera publicado entonces (2003), seguro que se habría hablado de “un libro muy bien documentado”, pero tuve suerte, el libro fue rechazado una y otra vez durante quince años.

Cuando finalmente pude publicarlo, tampoco lo hice, dando preferencia a otras obras, de manera que vio la luz en 2024, y para entonces le había quitado todo lo que le sobraba, una cuarta parte, y lo que había estudiado se quedó en cuatro frases, las justas.

Quiero pensar que la poda no afectó a la parte inspirada. Quiero pensar que una historia no crece con los datos, sino con la intuición del autor. Quiero pensar que la magia surge del alma,

y nunca es tangible.

 

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