Nueve semanas (Cartagena Diario)



Con Nueve semanas (justas-justitas), publicada por Pez de Plata, me encuentro ante la difícil tarea de reseñar una obra cuyo prólogo es, por sí solo, una magnífica recensión. Conociendo mi imposibilidad para superar el espléndido comentario de Constantino Bértolo, voy a pedirle prestadas sus palabras para comenzar:

“Esta inclasificable novela —que es y no es esperpéntica, que es y no es picaresca, que es y no es quijotesca, que es y no es novela popular—”.

Inclasificable. Mi segundo problema. ¿Cómo llamar a un libro con múltiples voces, todas ellas sabiéndose escuchadas (o leídas) por las restantes? Un libro que —utilizando la estela de Constantino— es pero no es un diario, que es pero no es una novela. Un libro que podríamos llamar experimental, como él mismo se define en el primer párrafo:

“Experimentemos. Es un decir. Yo voy a experimentar. Vosotros podéis acompañarme en este viaje, y tal vez terminéis entrando en la historia, aunque no hay nada seguro, ni siquiera ¡yo! sé qué va a pasar de aquí en adelante”.

Y es que P. L. Salvador, autor de este texto tan peculiar, ha logrado crear una obra metaliteraria. Una obra magnífica creada a partir de un intento de obra igual de magnífico puesto que son una y dos a la vez.

Bloss es un cuarentón sin oficio ni beneficio que se percata una mañana cualquiera del paso del tiempo. Ya no es un veinteañero y no ha logrado nada en la vida. Guaperas y pícaro, las mujeres le dan lo que necesita. Pero ¿cuánto durará su atractivo? Es entonces cuando comienza este diario. Un diario sobre el que se asentará la narración pero que estará formado por múltiples voces. Y esto tan difícil de lograr, Salvador lo realiza con una facilidad que sorprende.

Una novela que gustará, especialmente, a aquellos que buscan convertirse en escritor:

“Y la primera definición de «escritor» es: persona que escribe. O sea, yo. Y esta tontería me ha alegrado el día, pues de repente me he sentido reconocido por la mismísima RAE (hoy sin puntos ni blancos de separación)”.

Incluso el autor rechazado por las editoriales y sus sentimientos tienen hueco en las 127 páginas de esta novela corta.

Ironía, juegos del lenguaje, voces múltiples, una historia circular y un estilo único: eso es Nueve semanas (justas-justitas). Nueve semanas en las que la vida puede cambiarte o tú cambiar la vida. P. L. Salvador y Pez de Plata lo han vuelto a conseguir.



Escrito por Mónica Pelluz, colaboradora de Cartagena diario.




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